Jueves 30 de marzo

5ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Cristo es el mediador de la nueva alianza, porque mediante su muerte, aquellos que han sido llamados, reciben la herencia eterna que les había sido prometida.

Oración Colecta

Asiste y protege siempre, Señor, a esta familia tuya, que ha puesto en ti toda su esperanza, a fin de que purificados de nuestros pecados, permanezcamos fieles a nuestro compromiso bautismal y obtengamos la herencia prometida.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Serás padre de una multitud de pueblos
Lectura del libro del Génesis 17, 3-9

Cuando Dios se le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo: «Aquí estoy. Esta es la alianza que hago contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te he constituido como padre de muchas naciones.

Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación, establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el Dios de ustedes».

Después le dijo Dios a Abraham: «Cumple, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 104
El Señor nunca olvida sus promesas.

Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden los prodigios que él ha hecho, sus portentos y oráculos.
El Señor nunca olvida sus promesas.

Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos.
El Señor nunca olvida sus promesas.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón».
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme
Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre».

Los judíos le dijeron: «Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?»

Contestó Jesús: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es el Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello».

Los judíos le replicaron: «No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?» Les respondió Jesús: «Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy». Entonces recogieron pierdas para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con agrado el sacrificio que vamos a ofrecerte y concédenos por él la conversión de nuestra vida y la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y con él nos ha dado todos los bienes.

Oración después de la Comunión

Por medio de este sacramento que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 29 de marzo

5ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Tú me libras, Señor, de la ira de mis enemigos, me haces triunfar sobre mis adversarios y me salvas del hombre malvado.

Oración Colecta

Ilumina Señor, el corazón de tus hijos purificado por las penitencias cuaresmales y concédenos manifestar en nuestra vida el deseo de servirte que nos has inspirado.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Dios mandó a su ángel para liberar a sus siervos
Lectura del libro del profeta Daniel 3, 14-20.49-50.91-92.95

En aquellos días dijo el rey Nabucodonosor: «¿Es cierto, Sedrak, Mesak y Abednegó, que no quieren servir a mis dioses, ni adorar la estatua de oro que he mandado levantar? Pues bien, si no es cierto, estén dispuestos para que, al oír sonar el cuerno, la flauta, la cítara, el salterio, la chirimía y toda clase de instrumentos, se postren y adoren la estatua que he mandado hacer. Pero si no la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno encendido. ¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis manos?».

Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey Nabucodonosor: «No es necesario responder a tu pregunta, pues el Dios a quien servimos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos; y aunque no lo hiciera, sábete que de ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro, que has mandado levantar».

Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender el horno y aumentar la fuerza del fuego siete veces más de lo acostumbrado. Después ordenó que algunos de los hombres más fuertes de su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y los arrojaran al horno encendido.

Pero el ángel del Señor bajó del cielo, se puso junto a ellos, apartó las llamas y produjo en el horno un frescor como de brisa y de rocío, y el fuego no los atormentó, ni los hirió, ni siquiera los tocó. El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: «¿Acaso no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?» Ellos contestaron: «Sí, señor». El rey replicó: «¿Por qué, entonces, estoy viendo cuatro hombres sueltos, que pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el cuarto, parece un ángel».

Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: «Bendito sea el Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para librar a sus siervos, que confiando en él, desobedecieron la orden del rey y expusieron su vida, antes que servir y adorar a un dios extraño».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Daniel 3
Bendito seas, Señor, para siempre.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo y glorioso.
Bendito seas, Señor, para siempre.

Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino.
Bendito seas, Señor, para siempre.

Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo.
Bendito seas, Señor, para siempre.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Si el Hijo les da la libertad serán realmente libres
Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: «Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos replicaron: «Somos hijos de Abraham y nuca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?» Jesús les contestó: «Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre». Ellos respondieron: «Nuestro padre es Abraham» Jesús les dijo: «Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su Padre». Le respondieron: «Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios».

Jesús les dijo entonces: «Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que tú has querido que te ofrezcamos para alabanza tuya y salvación nuestra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dios nos ha hecho entrar al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención y el perdón de los pecados.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Señor, que este sacramento que hemos recibido nos purifique de todos nuestros vicios y nos confirme para siempre en tu amistad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 28 de marzo

5ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Espera en el Señor, sé valiente; ten ánimo, espera en el Señor.

Oración Colecta

Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en número y crezca en santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Si alguien es mordido y mira la serpiente de bronce, quedará curado
Lectura del libro de los Números 21, 4-9

En aquellos días, los hebreos salieron del monte Hor en dirección al mar Rojo, para rodear el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: «¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida».
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes». Moisés rogó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: «Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá». Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 101
Señor, escucha mi plegaria.

Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores. El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque, escúchame y enseguida respóndeme.
Señor, escucha mi plegaria.

Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los poderosos.
Señor, escucha mi plegaria.

Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero.
Señor, escucha mi plegaria.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy
Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir». Dijeron entonces los judíos: «¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?» Pero Jesús añadió: «Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados».
Los judíos le preguntaron: «Entonces ¿quién eres tú?» Jesús les respondió: «Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo qué decir de ustedes y mucho qué condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo». Ellos no comprendieron que hablaba del Padre. Jesús prosiguió: «Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que yo soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada». Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, el sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte, perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Dios todopoderoso, que la continua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 27 de marzo

5ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Ten compasión de mí, Señor, que me pisotean y acosan todo el día mis enemigos.

Oración Colecta

Dios nuestro, que con el don de tu amor nos colmas de bendiciones, transfórmanos en una nueva criatura, para que estemos preparados a la Pascua gloriosa de tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

La inocencia de Susana
Lectura del libro del profeta Daniel 13, 1-9.15-17.19-30.33-62

En aquel tiempo, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Quelcías, mujer muy bella y temerosa de Dios. Sus padres eran virtuosos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía una huerta contigua a su casa, donde solían reunirse los judíos, porque era estimado por todos. Aquel año habían sido designados jueces dos ancianos del pueblo; eran de aquellos de quienes había dicho el Señor: «En Babilonia, la iniquidad salió de ancianos elegidos como jueces, que pasaban por guías del pueblo». Estos frecuentaban la casa de Joaquín y los que tenían litigios que resolver acudían ahí a ellos. Hacia el mediodía, cuando toda la gente se había retirado ya, Susana entraba a pasear en la huerta de su marido. Los dos viejos la veían entrar y pasearse diariamente, y se encendieron de pasión por ella, pervirtieron su corazón y cerraron sus ojos para no ver al cielo ni acordarse de lo que es justo.

Un día, mientras acechaban el momento oportuno, salió ella, como de ordinario, con dos muchachas de su servicio, y como hacía calor, quiso bañarse en la huerta. No había nadie allí, fuera de los viejos, que la espiaban escondidos. Susana dijo a las doncellas: «Tráiganme jabón y perfumes, y cierren las puertas de la huerta mientras me baño». Apenas salieron las muchachas, se levantaron los dos viejos, corrieron hacia donde estaba Susana y le dijeron: «Mira: las puertas de la huerta están cerradas y nadie nos ve. Nosotros ardemos en deseos de ti. Consiente y entrégate a nosotros. Si no, te vamos a acusar de que un joven estaba contigo y que por eso despachaste a las doncellas». Susana lanzó un gemido y dijo: «No tengo ninguna salida; si me entrego a ustedes, será la muerte para mí; si resisto, no escaparé de sus manos. Pero es mejor para mí ser víctima de sus calumnias, que pecar contra el Señor». Y dicho esto, Susana comenzó a gritar. Los dos viejos se pusieron a gritar también y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín. Al oír los gritos en el jardín, los criados se precipitaron por la puerta lateral para ver qué sucedía. Cuando oyeron el relato de los viejos, quedaron consternados, porque jamás se había dicho de Susana cosa semejante.

Al día siguiente, todo el pueblo se reunió en casa de Joaquín, esposo de Susana, y también fueron los dos viejos, llenos de malvadas intenciones contra ella, para hacer que la condenaran a morir. En presencia del pueblo dijeron: «Vayan a buscar a Susana, hija de Quelcías y mujer de Joaquín». Fueron por Susana, quien acudió con sus padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos los suyos y cuantos la conocían, estaban llorando.

Se levantaron entonces los dos viejos en medio de la asamblea y pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los viejos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por la huerta, entró ésta con dos criadas, luego les dijo que salieran y cerró la puerta. Entonces se acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros estábamos en un extremo de la huerta, y al ver aquella infamia, corrimos hacia ellos y los sorprendimos abrazados. Pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros; abrió la puerta y se nos escapó. Entonces detuvimos a ésta y le preguntamos quién era el joven, pero se negó a decirlo. Nosotros somos testigos de todo esto». La asamblea creyó a los ancianos, que habían calumniado a Susana, y la condenaron a muerte.

Entonces Susana, dando fuertes voces, exclamó: «Dios eterno, que conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí». El Señor escuchó su voz. Cuando llevaban a Susana al sitio de la ejecución, el Señor hizo sentir a un muchacho, llamado Daniel, un santo impulso de ponerse a gritar: «Yo no soy responsable de la sangre de esta mujer».

Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: «¿Qué es lo que estás diciendo?» Entonces Daniel, de pie en medio de ellos, les respondió: «Israelitas, ¿cómo pueden ser tan ciegos? Han condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado y puesto en claro la verdad. Vuelvan al tribunal, porque ésos le han levantado un falso testimonio».

Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a David: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que Dios mismo te ha dado la madurez de un anciano». Daniel les dijo entonces: «Separen a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a interrogar».

Una vez separados, Daniel mando llamar a uno de ellos y le dijo: «Viejo en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus pecados anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, contra el mandamiento del Señor: ‘No matarás al que es justo e inocente’. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo de qué árbol estaban juntos». Él respondió: «Debajo de una acacia». Daniel le dijo: «Muy bien. Tu mentira te va a costar la vida, pues ya el ángel ha recibido de Dios tu sentencia y te va a partir por la mitad». Daniel les dijo que se lo llevaran, mando traer al otro y le dijo: «Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón. Lo mismo hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a ustedes. Pero una mujer de Judá no ha podido soportar la maldad de ustedes. Ahora dime, ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?» Él contestó: «Debajo de una encina». Replicó Daniel: «También a ti tu mentira te costará la vida. El ángel del Señor aguarda ya con la espada en la mano, para partirte por la mitad. Así acabará con ustedes».

Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes, con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio, y les aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo. Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se salvó una vida inocente.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 22
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra
Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndole frente a él, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley a apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?» Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra». Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?» Ella le contestó: «Nadie, Señor». Y Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Concede, Señor, a tus hijos reunidos para celebrar esta Eucaristía, ofrecerte como fruto de su penitencia una conciencia limpia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Jesús le preguntó: Mujer, ¿nadie te ha condenado? Ella respondió: Nadie, Señor. Él le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar.

Oración después de la Comunión

Que la fuerza de tus sacramentos nos libre, Señor, de nuestras malas inclinaciones y nos ayude a seguir a Cristo, para acercarnos cada vez más a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Domingo 26 de marzo

5ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.

Oración Colecta

Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…
Amén.

Primera Lectura

Les infundiré a ustedes mi espíritu y vivirán
Lectura del libro del profeta Ezequiel 37, 12-14

Esto dice el Señor Dios: «Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré a ustedes mi espíritu y vivirán, los estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 129
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti, Señor, escucha mi clamor; estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Segunda Lectura

El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11

Hermanos: Los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes.

Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a causa del pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios.

Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que recitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no morirá para siempre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Yo soy la resurrección y la vida
Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: «Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo».

Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».

Jesús amaba Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: «Vayamos otra vez a Judea». Los discípulos le dijeron: «Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?» Jesús les contestó: «¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz».

Dijo esto y luego añadió: «Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo». Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, es que va a sanar». Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado ahí, para que crean. Ahora, vamos allá». Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: «Vayamos también nosotros, para morir con él».

Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano.

Apenas oyó María que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Ya sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja: «Ya vino el Maestro y te llama». Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar ahí y la siguieron.

Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano». Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: «¿Dónde lo han puesto?» Le contestaron: «Ven, Señor, y lo verás». Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: «De veras ¡cuánto lo amaba!» Algunos decían: «¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?»

Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: «Quiten la losa». Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días». Le dijo Jesús: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la piedra.

Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Luego gritó con voz potente: «¡Lázaro, sal de ahí!» Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo, para que pueda andar». Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Tú, que nos has iluminado con las enseñanzas de la fe, escucha, Señor, nuestra oración y purifícanos por medio de este sacrificio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El que está vivo y cree en mí, dice el Señor, no morirá para siempre.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Dios todopoderoso, a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, poder vivir siempre como miembros suyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 25 de marzo

Solemnidad de la Anunciación del Señor

Antífona de Entrada

Cuando Jesús vino al mundo, dijo: «Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad».

Oración Colecta

Dios nuestro, que quisiste que tu Hijo, al encarnarse en el seno de la Virgen María participara de nuestra condición humana; concede a quienes lo reconocemos como Dios y hombre verdadero, participar, por medio de la gracia, de su vida divina.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo
Lectura del libro del profeta Isaías 7, 10-14

En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: «Pide al Señor tu Dios, una señal de abajo en lo profundo o de arriba en lo alto». Contestó Ajaz: «No la pediré, no tentaré al Señor». Entonces dijo Isaías: «Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios, Señor, tú no quisiste; abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: «Aquí estoy».
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: Tu ley en medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

No callé tu justicia, antes bien, proclamé tu lealtad y tu auxilio. Tu amor y tu lealtad no los he ocultado a la gran asamblea.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Segunda Lectura

En tu libro se me ordena cumplir tu voluntad
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos pueda borrar los pecados. Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo conforme al salmo: ‘No quisiste víctimas ni ofrendas, en cambio, me has dado un cuerpo; no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: «Aquí estoy, Dios mío, vengo para cumplir tu voluntad»’.

Comienza por decir: ‘No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado’ –siendo así que es lo que pedía la ley–; y luego añade: ‘Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad’.

Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Aquél que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Concebirás y darás a luz un hijo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José; la virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras ella se preocupó mucho, y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin».

María le dijo entonces al ángel: «¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo, que va a nacer de ti será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios». María contestó: «Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho». Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad, los dones de tu Iglesia que reconoce haber tenido su origen en la encarnación de tu Hijo, y concédele celebrar llena de gozo este memorial de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Oración después de la Comunión

Confirma, Señor, en nosotros la fe verdadera, mediante los sacramentos que hemos recibido; para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen, como Dios y como hombre verdadero, podamos llegar a las alegrías del Reino por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 24 de marzo

4ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Señor, sálvame por tu nombre y líbrame con tu poder. Señor, escucha mi plegaria, atiende a las palabras de mi boca.

Oración Colecta

Dios nuestro, que has preparado en tus sacramentos el auxilio adecuado a nuestra debilidad, concédenos recibirlos llenos de gozo y renovar con ellos nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Condenemos al justo a una muerte ignominiosa
Lectura del libro de la Sabiduría 2,1.12-22

Los malvados dijeron entre sí, discurriendo equivocadamente: «Tendamos una trampa al justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos; nos echa en cara nuestras violaciones a la ley, nos reprende las faltas contra los principios en los que fuimos educados. Presume de que conoce a Dios y se proclama a sí mismo hijo del Señor.

Ha llegado a convertirse en un vivo reproche de nuestro modo de pensar y su sola presencia es insufrible, porque lleva una vida distinta de los demás y su conducta es extraña. Nos considera como monedas falsas y se aparta de nuestro modo de vivir como de las inmundicias. Tiene por dichosa la suerte final de los justos y se gloría de tener por padre a Dios.

Veamos si es cierto lo que dice, vamos a ver qué le pasa en su muerte. Si el justo es hijo de Dios, él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos. Sometámoslo a la humillación y a la tortura para conocer su temple y su valor. Condenémoslo a muerte ignominiosa, porque dice que hay quien mire por él».

Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega. No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de una vida intachable.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 33
El Señor no está lejos de sus fieles.

En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su memoria. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
El Señor no está lejos de sus fieles.

El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra.
El Señor no está lejos de sus fieles.

Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan.
El Señor no está lejos de sus fieles.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Trataban de capturar a Jesús, pero aún no había llegado su hora
Lectura del santo Evangelio según san Juan 7,1-2.10.25-30

En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos. Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: «¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene».

Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: «Con que me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no le conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado». Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que el poder salvador de este sacrificio que vamos a ofrecerte, nos libre, Señor, de nuestros pecados, para celebrar dignamente las fiestas pascuales, principio de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Por medio de su Sangre, Cristo nos ha obtenido la redención y el perdón de nuestros pecados. En esto se manifiesta la inmensidad de su gracia

Oración después de la Comunión

Por medio de este sacramento, que nos señala el paso de la antigua a la nueva alianza, concédenos, Señor, despojarnos de todo lo que es pecado y revestirnos de la santidad de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Jueves 23 de marzo

4ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen la ayuda del Señor; busquen continuamente su presencia.

Oración Colecta

Padre lleno de amor, que nos has concedido la gracia de purificarnos con el arrepentimiento y de santificarnos haciendo el bien a los demás, ayúdanos a permanecer fieles a tus mandamientos, para llegar bien dispuestos a las festividades pascuales.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

No castigues a tu pueblo por sus maldades
Lectura del libro del Éxodo 32,7-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: «Anda, baja del monte, porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le han dicho: ‘Este es tu Dios, Israel; es el que te sacó de Egipto’».

El Señor le dijo también a Moisés: «Veo que éste es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo». Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole: «¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? ¿Vas a dejar que digan los egipcios: ‘Los sacó con malas intenciones, para hacerlos morir en las montañas y borrarlos de la superficie de la tierra’? Apaga el ardor de tu ira, renuncia al mal con que has amenazado a tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: ‘Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les he prometido’». Y el Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 105
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron. Cambiaron al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto, en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del mar Rojo, sus prodigios.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, que era su elegido, se interpuso, a fin de que, en su cólera, no fuera el Señor a destruirlos.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza
Lectura del santo Evangelio según san Juan 5,31-47

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de mí es válido.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre. El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha enviado. Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida!

Yo no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Tú, que conoces nuestra fragilidad, concédenos, Señor, que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique de nuestros pecados y nos proteja de todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Esto dice el Señor: Pondré mi ley en lo más profundo de su ser y la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

Oración después de la Comunión

Señor, que esta comunión nos purifique de todas nuestras culpas y nos proteja del pecado, para que gocemos de la plenitud salvadora de tu don.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 22 de marzo

4ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Ahora, Señor, que estás dispuesto a escucharme, elevo a ti mi súplica: Respóndeme, Dios mío, según tu gran amor y tu fidelidad a las promesas.

Oración Colecta

Señor, tú que recompensas al justo y perdonas al pecador que se arrepiente, ten piedad de nosotros, para que la humilde confesión de nuestras faltas nos obtenga tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Te constituí como alianza para el pueblo, para restaurar la tierra
Lectura del libro del profeta Isaías 49, 8-15

Esto dice el Señor: «En el tiempo de la misericordia te escuché, en el día de la salvación te auxilié. Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para volver a ocupar los hogares destruidos, para decir a los prisioneros: ‘Salgan’, y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la luz’.

Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos, hallarán pasto hasta en las dunas del desierto. No sufrirán hambre ni sed, no los afligirá el sol ni el calor, porque el que tiene piedad de ellos los conducirá a los manantiales. Convertiré en caminos todas las montañas y pondrán terraplén a mis calzadas.

Miren: éstos vienen de lejos; aquéllos, del norte y el poniente, y aquéllos otros, de la tierra de Senín. Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra; rompan a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y tiene misericordia de los desamparados. Sión había dicho: ‘El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido’. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti», dice el Señor todopoderoso.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 144
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus criaturas.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquéllos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da la vida a quien él quiere dársela
Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): «Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo». Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios. Entonces Jesús les habló en estos términos: «Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.

Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.

Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que el poder de este sacrificio elimine en nosotros las consecuencias del pecado y nos haga crecer en santidad de vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Oración después de la Comunión

No permitas, Señor, que el sacramento que hemos recibido, vaya a ser motivo de condenación, pues tu providencia lo ha instituido para salvación nuestra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 21 de marzo

4ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Todos los que están sedientos, vengan por agua, dice el Señor; aunque no tengan dinero, vengan a beber con alegría.

Oración Colecta

Que los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el misterio pascual y transmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad
Lectura del libro del profeta Ezequiel 47,1-9.12

En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?»

Después me hizo volver a la orillas del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: «Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 45
Con nosotros está Dios, el Señor.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes.
Con nosotros está Dios, el Señor.

Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba.
Con nosotros está Dios, el Señor.

Con nosotros está Dios, el Señor; el Dios de Israel es nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra.
Con nosotros está Dios, el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación que regocija.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Al momento el hombre quedó curado
Lectura del santo Evangelio según san Juan 5,1-3a.5-16

Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo allí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: «¿Quieres curarte?» Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo». Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda». Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: «No te es lícito cargar tu camilla». Pero él contestó: «El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?» Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: «Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor». Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

Oración después de la Comunión

Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 20 de marzo

Solemnidad de san José, esposo de la Virgen María

Antífona de Entrada

Celebremos con alegría la fiesta de san José, el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.

Oración Colecta

Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de san José el nacimiento y la infancia de nuestro Redentor; concédele a tu Iglesia proseguir y llevar a término, bajo su patrocinio, la obra de la redención humana.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

El Señor Dios le dará el trono de David, su padre
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a.12-14a.16

En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo: «Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 88
Su descendencia perdurará eternamente.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: «Mi amor es para siempre y mi lealtad más firme que los cielos.
Su descendencia perdurará eternamente.

Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza, pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’.
Su descendencia perdurará eternamente.

Él me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice».
Su descendencia perdurará eternamente.

Segunda Lectura

Esperando contra toda esperanza, Abrahán creyó
Lectura de la carta de apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13.16-18.22

Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.

En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: ‘Te he constituido padre de todos los pueblos’.

Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometida: ‘Así de numerosa será tu descendencia’. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que viven en tu casa; siempre, Señor, te alabarán.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 16.18-21.24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, celebrar esta Eucaristía con el mismo amor y pureza de corazón con que se entregó san José a servir a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Alégrate siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.

Oración después de la Comunión

Señor, protege sin cesar a esta familia tuya que se alegra hoy al celebrar la festividad de san José, y conserva en ella la vida de la gracia que le has comunicado por medio de la Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Domingo 19 de marzo

4ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Alégrate, Jerusalén, y todos los que la aman reúnanse. Regocíjense con ella todos los que participan de su duelo, y quedarán saciados con la abundancia de sus consuelos.

Oración Colecta

Dios nuestro, que has reconciliado contigo a la humanidad entera por medio de tu Hijo, concede al pueblo cristiano prepararse con fe viva y entrega generosa a celebrar las fiestas de la Pascua.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

David es ungido como rey de Israel
Lectura del primer libro de Samuel 16, 1.6-7.10-13

En aquellos días, dijo el Señor a Samuel: «Ve a la casa de Jesé, en Belén, porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu cuerno de aceite para ungirlo y vete».

Cuando llegó Samuel a Belén y vio a Eliab, el hijo mayor de Jesé, pensó: «Este es, sin duda, el que voy a ungir como rey». Pero el Señor le dijo: «No te dejes impresionar por su aspecto ni por su gran estatura, pues yo lo he descartado, porque yo no juzgo como juzga el hombre. El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones».

Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé; pero Samuel dijo: «Ninguno de éstos es el elegido del Señor». Luego le preguntó a Jesé: «¿Son éstos todos tus hijos?» Él respondió: «Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño». Samuel le dijo: «Hazlo venir, porque no nos sentaremos a comer hasta que llegue». Y Jesé lo mandó llamar.

El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque éste es». Tomó Samuel el cuerno con aceite y lo ungió delante de sus hermanos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 22
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Segunda Lectura

Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios 5,8-14

Hermanos: En otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Señor, son luz. Vivan, por tanto, como hijos de la luz. Los frutos de la luz son la bondad, la santidad y la verdad. Busquen lo que es agradable al Señor y no tomen parte en las obras estériles de los que son tinieblas.

Al contrario, repruébenlas abiertamente; porque, si bien las cosas que ellos hacen en secreto da rubor aun mencionarlas, al ser reprobadas abiertamente, todo queda en claro, porque todo lo que es iluminado por la luz se convierte en luz.

Por eso se dice: «Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Fue, se lavó y volvió con vista
Lectura del santo Evangelio según san Juan 9, 1-41

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?» Jesús respondió: «Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo».

Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte en la piscina de Siloé» (que significa ‘Enviado’). Él fue, se lavó y volvió con vista.

Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: «¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?» Unos decían: «Es el mismo». Otros: «No es él, sino que se le parece». Pero él decía: «Yo soy». Y le preguntaban: «Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?» Él les respondió: «El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: ‘Ve a Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé y comencé a ver». Le preguntaron: «¿En dónde está él» Les contestó: «No lo sé».

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo». Algunos fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?» Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntar al ciego: «Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?» Él les contestó: «Que es un profeta».

Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres contestaron: «Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo». Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: ‘Ya tiene edad; pregúntenle a él’.

Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador». Contestó él: «Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo». Le preguntaron otra vez: «¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?» Les contestó: «Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?» Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: «Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene».

Replicó aquel hombre: «Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hacer su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder». Le replicaron: «Tú eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?» Y lo echaron fuera.

Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?» Jesús le dijo: «Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él dijo: «Creo, Señor». Y postrándose, lo adoró.

Entonces le dijo Jesús: «Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos». Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le preguntaron: «¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?» Jesús les contestó: «Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Te presentamos Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio, y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Jerusalén es una ciudad armónicamente construida. Allá suben las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.

Oración después de la Comunión

Dios nuestro, luz que alumbras a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que nuestros pensamientos te sean agradables y te amemos con toda sinceridad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 18 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios: él perdona todas tus culpas.

Oración Colecta

Concédenos, Señor, que celebrando con alegría esta Cuaresma, de tal modo penetremos el significado del misterio pascual, que obtengamos la plenitud de sus frutos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Yo quiero misericordia y no sacrificios
Lectura del libro del profeta Oseas 6,1-6

Esto dice el Señor: «En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán unos a otros: Vengan, volvámonos al Señor; él nos ha desgarrado y él nos curará; él nos ha herido y él nos vendará. En dos días nos devolverá la vida, y al tercero nos levantará y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor: tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz.

Bajará sobre nosotros como lluvia temprana; como lluvia de primavera que empapa la tierra. ¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, es rocío matinal que se evapora. Por eso los he azotado por medio de los profetas y les he dado muerte con mis palabras. Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 50
Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito tú nunca lo desprecias.
Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor.

Señor, por tu bondad, apiádate de Sión, edifica de nuevo sus murallas. Te agradarán entonces los sacrificios justos, ofrendas y holocaustos.
Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor que nos dice: «No endurezcan su corazón».
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18,9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por buenos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así en su interior: Dios mío, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias.

El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo; lo único que hacía era golpearse el pecho diciendo: Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador.

Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Tú que nos purificas con tu gracia para que nos acerquemos dignamente a tu Eucaristía, concédenos, Señor, celebrarla de tal modo que podamos rendirte una alabanza perfecta.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El publicano, manteniéndose a distancia, se golpeaba el pecho y decía: «Señor, ten piedad de mí, porque soy un pecador».

Oración después de la Comunión

Dios de misericordia, que no cesas de alimentarnos con tu santa Eucaristía, concédenos venerarla siempre con respeto y recibirla con fe profunda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 17 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Señor, no hay otro Dios igual a ti, porque sólo tú eres grande y haces maravillas; porque sólo tú eres Dios.

Oración Colecta

Infunde Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar nuestras pasiones y permanecer fieles a tus palabras de vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Nunca llamaremos ya «dios nuestro» a las obras de nuestras manos
Lectura del libro del profeta Oseas 14, 2-10

Esto dice el Señor Dios: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir. Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: ‘Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos. Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar «dios nuestro» a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano’. Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío, mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces como el álamo, y sus renuevos se propagarán, su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano.

Volverán a vivir bajo mi sombra: cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos. Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como un ciprés siempre verde, y gracias a mí tú das frutos. Quien sea sabio que comprenda estas cosas, y quien sea prudente que las conozca. Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y caen».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 80
Yo soy tu Dios, escúchame.

Oyó Israel palabras nunca oídas: «He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré.
Yo soy tu Dios, escúchame.

Te respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá, junto a la fuente. Escucha, pueblo mío, mi advertencia. ¡Israel, si quisieras escucharme!
Yo soy tu Dios, escúchame.

No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros, porque yo, el Señor, soy el Dios tuyo, que te sacó de Egipto, tu destierro.
Yo soy tu Dios, escúchame.

¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre».
Yo soy tu Dios, escúchame.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Conviértanse, dice el Señor; porque ya está cerca el Reino de los cielos.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El Señor tu Dios es el único Dios: ámalo
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Jesús le respondió: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos».

El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él; y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con benevolencia los dones que te presentamos; que te sean agradables y se conviertan para nosotros en fuente de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los sacrificios.

Oración después de la Comunión

Que la fuerza de tu Espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos obtener plenamente la salvación, cuya prenda hemos recibido en esta Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Jueves 16 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios.

Oración Colecta

Te pedimos, Señor, humildemente, que conforme se acerca la fiesta de nuestra redención, crezca en nosotros el fervor por celebrar santamente la Pascua de tu Hijo, que vive y reina contigo…
Amén.

Primera Lectura

Este es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, su Dios
Lectura del libro del profeta Jeremías 7, 23-28

Esto dice el Señor: «Esta es la orden que di a mi pueblo: Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo: caminen siempre por el camino que yo les mostraré, para que les vaya bien. Pero ellos no escucharon ni prestaron oído, caminaron según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, y en vez de darme la cara me dieron la espalda. Desde que sus padres salieron del país de Egipto hasta hoy, yo les envié a mis siervos los profetas, un día y otro día; pero ellos no los escucharon ni les prestaron oído; endurecieron su cabeza y fueron peores que sus padres. Tú les dirás, pues, todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: Este es el pueblo que no escuchó la voz del Señor su Dios, ni aceptó la corrección. Ya no existe fidelidad en Israel, ha desaparecido de su misma boca».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 94
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros sus ovejas.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí aunque habían visto mis obras».
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Quien no está conmigo, está contra mí
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23

En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo; apenas salió el demonio, habló el mudo; y la multitud quedó maravillada, pero algunos decían: «Este expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: «Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás; entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. Quien no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Preserva, Señor, a tu pueblo de toda maldad para que sus ofrendas te sean agradables; no permitas que nos entreguemos a los falsos placeres, para que podamos alcanzar la recompensa prometida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Tú, Señor, promulgas tus preceptos para que se observen con exactitud. Que mi conducta se ajuste siempre al cumplimiento de tu voluntad.

Oración después de la Comunión

Que la gracia de tu salvación, que hemos recibido en este sacramento, transforme, Señor, toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 15 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Haz, Señor, que siga con firmeza tu palabra, para que no se apodere de mí ningún pecado.

Oración Colecta

Te pedimos, Señor, que purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, podamos entregarnos enteramente a tu servicio y perseverar unidos en la oración.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Guarden mis mandamientos y pónganlos en práctica
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1.5-9

En aquellos días habló Moisés al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, les va a dar. Yo les enseño mandatos y preceptos, como me ordena el Señor mi Dios, para que se ajusten a ellos en la tierra en que van a entrar y que van a tomar en posesión. Guárdenlos y cúmplanlos, porque ellos son su sabiduría y su prudencia a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticia de todos estos preceptos, se dirán: ‘En verdad es pueblo sabio y prudente esta gran nación’; porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy? Pero ten cuidado y atiende bien: no vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 147
Demos gloria a nuestro Dios.

Glorifica al Señor, Jerusalén, a Dios ríndele honores, Israel. Él refuerza el cerrojo de tus puertas y bendice a tus hijos en tu casa.
Demos gloria a nuestro Dios.

Él mantiene la paz en tus fronteras, con su trigo mejor sacia tu hambre. Él envía a la tierra su mensaje y su palabra corre velozmente.
Demos gloria a nuestro Dios.

Le muestra a Jacob su pensamiento, sus normas y designios a Israel. No ha hecho nada igual con ningún pueblo, ni le ha confiado a otro sus proyectos.
Demos gloria a nuestro Dios.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El que cumpla y enseñe mis mandamientos, será grande en el Reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No crean que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.

Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe será grande en el Reino de los cielos».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, las ofrendas y oraciones que te presentamos y protege de todo mal a quienes celebramos tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia.

Oración después de la Comunión

Santifícanos, Señor, con el pan del cielo que acabamos de recibir para que, libres de nuestras faltas, podamos alcanzar tus promesas eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 14 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a las niñas de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.

Oración Colecta

Que tu gracia, Señor, nos acompañe siempre, para que nos impulse a entregarnos a tu servicio y nos obtenga siempre tu ayuda.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Acepta, Señor, nuestro corazón adolorido y nuestro espíritu humillado
Lectura del libro del profeta Daniel 3, 25.34-43

En aquel tiempo, Azarías oró al Señor diciendo: «Señor, Dios nuestro, no nos abandones nunca; por el honor de tu nombre no rompas tu alianza; no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abraham, tu amigo, por Isaac, tu siervo, por Jacob, tu santo: a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo y las arenas de la playa.

Pero ahora, Señor, nos vemos empequeñecidos frente a los demás pueblos y estamos humillados por toda la tierra, a causa de nuestros pecados. Ahora no tenemos príncipe ni jefe ni profeta; ni holocausto ni sacrificio ni ofrenda ni incienso; ni lugar dónde ofrecerte las primicias y alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón adolorido, y nuestro espíritu humillado, como un sacrificio de carneros y toros, como un millar de corderos cebados; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea perfecto en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados.

Ahora te seguiremos de todo corazón, te respetamos y queremos encontrarte: no nos dejes defraudados; trátanos según tu clemencia y tu abundante misericordia; sálvanos con tus prodigios y da gloria a tu nombre».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 24
Sálvanos, Señor, tú que eres misericordioso.

Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.
Sálvanos, Señor, tú que eres misericordioso.

Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros.
Sálvanos, Señor, tú que eres misericordioso.

Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.
Sálvanos, Señor, tú que eres misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Si no perdonan de corazón a su hermano, tampoco el Padre celestial los perdonará a ustedes
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contestó: «No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete». Entonces Jesús les dijo: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía mucho dinero. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.

El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía. Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, de nuestros pecados y nos obtenga la ayuda de tu poder.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu casa y descansar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia.

Oración después de la Comunión

Que nuestra participación en este misterio, renueve, Señor, toda nuestra vida y nos alcance tu perdón y tu ayuda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 13 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Mi alma desfallece y suspira por los atrios del Señor; mi corazón y todo mi ser se han regocijado en
el Dios vivo.

Oración Colecta

Señor, que tu continua misericordia purifique a tu Iglesia y la proteja; y ya que sin ti no puede encontrar la salvación, dirígela siempre con tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Muchos leprosos había en Israel, pero ninguno fue curado, sino Naamán, el sirio
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 1-15a

En aquellos días, Naamán, general del ejército de Siria, gozaba de la estima y del favor de su rey, pues, por su medio, había dado el Señor la victoria a Siria. Pero este gran guerrero era leproso.
Sucedió que una banda de sirios, en una de sus correrías, trajo cautiva a una jovencita que pasó luego al servicio de la mujer de Naamán. Ella le dijo a su señora: «Si mi señor fuera a ver al profeta que hay en Samaria, ciertamente él lo curaría de su lepra». Entonces fue Naamán a contarle al rey, su señor: «Esto y esto dice la muchacha israelita». El rey de Siria le respondió: «Anda, pues, que yo te daré una carta para el rey de Israel». Naamán se puso en camino, llevando de regalo diez barras de plata, seis mil monedas de oro, diez vestidos nuevos y una carta para el rey de Israel, que decía: «Al recibir ésta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de la lepra». Cuando el rey de Israel leyó la carta rasgó sus vestiduras exclamando: «¿Soy yo acaso Dios, capaz de dar vida o muerte, para que éste me pida que cure a un hombre de su lepra? Es evidente que lo que anda buscando es un pretexto para hacerme la guerra». Cuando Eliseo, el hombre de Dios, se enteró de que el rey había rasgado sus vestiduras, le envió este recado: «¿Por qué rasgaste tus vestiduras?
Envíamelo y sabrá que hay un profeta en Israel». Llegó, pues, Naamán, con sus caballos y su carroza, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Este le mandó decir con un mensajero: «Ve y báñate siete veces en el río Jordán, y tu carne quedará limpia». Naamán se alejó enojado diciendo: «Yo había pensado que saldría en persona a mi encuentro, y que, invocando el nombre del Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me curaría de la lepra. ¿Acaso los ríos de Damasco, como el Abaná y el Farfar, no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio media vuelta y ya se marchaba, furioso, cuando sus criados se acercaron a él y le dijeron: «Padre mío, si el profeta te hubiera mandado una cosa muy difícil, ciertamente la habrías hecho; cuanto más si sólo te dijo que te bañaras y quedarías sano».
Entonces Naamán bajó, se bañó siete veces en el Jordán, como le había dicho el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó diciendo: «Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 41 – 42
Estoy sediento del Dios que da la vida.

Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío.
Estoy sediento del Dios que da la vida.

Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo?
Estoy sediento del Dios que da la vida.

Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas.
Estoy sediento del Dios que da la vida.

Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara.
Estoy sediento del Dios que da la vida.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Confío en el Señor y en sus palabras, porque del Señor viene la misericordia y la redención.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Como Elías y Eliseo, Jesús no ha sido enviado sólo a los judíos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30

En aquel tiempo Jesús llegó a Nazaret, entró en la sinagoga y dijo al pueblo: «Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria».
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira y, levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, esta ofrenda que te presentamos como signo de nuestra entrega a ti y conviértela en el sacramento que ha de darnos la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Alaben al Señor todas las naciones, aclámenlo todos los pueblos, porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.

Oración después de la Comunión

Que el sacramento que hemos recibido nos purifique, Señor, y realice nuestra unidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Domingo 12 de marzo

3ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí que estoy solo y afligido.

Oración Colecta

Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias, estamos agobiados por nuestras culpas y reconfórtanos con tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Danos agua para beber
Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?»

Moisés clamó al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen». Respondió el Señor a Moisés: «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo».

Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 94
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él, llenos de júbilo, y démosle gracias.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Vengan, puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la revelación en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Segunda Lectura

Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8

Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido con la fe la entrada al mundo de la gracia en que nos encontramos; y podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios. La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá quién quiera morir por un justo; aunque puede haber alguno dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor, Tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna
Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 5-42

En aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era cerca de mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber». (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: «¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se trababan con los samaritanos). Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a Él, y Él te daría agua viva».

La mujer le respondió: «Señor, si no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Eres Tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial de agua que salta hasta la vida eterna».

La mujer le dijo: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla». Él le dijo: «Ve a llamar a tu marido y vuelve». La mujer le contestó: «No tengo marido». Jesús le dijo: «Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad».

La mujer le dijo: «Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén». Jesús le dijo: «Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».

La mujer le dijo: «Sé que va a venir el Mesías (es decir,  Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo» Jesús le dijo: «Soy yo, el que habla contigo».

En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?» Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba.

Mientras tanto, sus discípulos le insistían: «Maestro, come». Él les dijo: «Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen». Los discípulos comentaban entre sí: «¿Le habrá traído alguien de comer?» Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les dijo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto».

Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que esta Eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente que salta hasta la vida eterna.

Oración después de la Comunión

Tú que nos has alimentado ya desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 11 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

El Señor es compasivo y misericordioso, lleno de paciencia y amor; el Señor es bueno con todos y su bondad se extiende a todas sus criaturas.

Oración Colecta

Tú, Señor, que por medio de los sacramentos nos haces partícipes ya desde este mundo, de los bienes celestiales, dirige nuestra vida y condúcenos a la luz donde habitas.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Arrojará a lo hondo del mar nuestros delitos
Lectura del libro del profeta Miqueas 7, 14-15.18-20

Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu bastón, a las ovejas de tu heredad, a las que permanecen aisladas en la maleza en medio de campos feroces. Pastarán en Basán y en Galaad como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios.

¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía del resto de tu heredad? No mantendrás por siempre la cólera, pues te complaces en ser misericordioso.

Volverás a compadecerte y aplastarás nuestras iniquidades, arrojarás a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, compasivo con Abraham, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos, Señor, Dios nuestro.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 102
El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor no estará siempre enojado, ni durará para siempre su rencor. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti».
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Este recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos: El menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y el padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre, y el muchacho empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de comerse el alimento que comían los cerdos, pero no dejaban que se lo comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; recíbeme como a uno de tus trabajadores’. Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos cuando su padre lo vio, y se enterneció profundamente. Corrió hacia él y, echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Este le contestó: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberle recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara, pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que malgastó tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’. El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Por medio de este sacrificio que vamos a ofrecerte, comunícanos, Señor, los frutos de la redención para que nunca se desvíe de ti nuestra vida y podamos alcanzar los bienes del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Alégrate, hijo mío, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.

Oración después de la Comunión

Que la gracia de este sacramento llegue a lo más íntimo de nuestro corazón y nos comunique su fuerza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 10 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

En ti, Señor, he puesto mi confianza, que no quede yo defraudado eternamente; sácame de la trampa que me han puesto, pues tú eres mi protector.

Oración Colecta

Por medio de nuestras privaciones cuaresmales purifícanos, Señor todopoderoso, a fin de que podamos llegar con un espíritu nuevo a las próximas fiestas de la Pascua.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Ahí viene ese soñador; démosle muerte
Lectura del libro del Génesis 37, 3-4.12-13a.17b-28

Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo al grado de negarle la palabra. Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquén los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: «Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquén. Te voy a enviar allá». José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos y, antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo, y se decían unos a otros: «Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños». Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos diciendo: «No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos». Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre. Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: «¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos; después de todo es nuestro hermano y de nuestra misma sangre». Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 104
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con todas las cosechas, ya había enviado por delante a un hombre: a José, vendido como esclavo.
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

Le trabaron los pies con grilletes y rodearon su cuerpo con cadenas, hasta que se cumplió su predicción y Dios lo acreditó con su palabra.
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones.
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Este es el heredero, vamos a matarlo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?» Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: ‘La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable’? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos». Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que tu misericordia, Señor, nos prepare a celebrar esta Eucaristía y a vivirla con la fe y con las obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dios nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.

Oración después de la Comunión

Que este sacramento que hemos recibido, prenda de la salvación eterna, nos dé fuerzas, Señor, para vivir según tus mandamientos y alcanzar la recompensa prometida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Jueves 9 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Ponme a prueba, Dios mío, y conocerás mi corazón; mira si es que voy por mal camino y condúceme tú por el camino recto.

Oración Colecta

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido; orienta hacia ti nuestros corazones y enciéndelos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes en el amor fraterno.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Maldito el que confía en el hombre; bendito el que confía en el Señor
Lectura del libro del profeta Jeremías 17, 5-10

Esto dice el Señor: «Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón: será como un cardo en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable. Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza: será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor no lo sentirá, y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará, ni dejará de dar frutos. El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar, ¿quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón; para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 1
Dichoso quien confía en el Señor.

Dichoso aquél que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso quien confía en el Señor.

Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
Dichoso quien confía en el Señor.

En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso quien confía en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Recibiste bienes en tu vida y Lázaro, males; ahora él goza del consuelo, mientras que tú sufres tormentos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro que yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes, y Lázaro, en cambio, males: por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’. El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto’».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Por este sacrificio eucarístico, santifica, Señor, nuestras privaciones cuaresmales, para que a las prácticas externas corresponda una verdadera conversión interior.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dichoso el que con vida intachable hace la voluntad del Señor.

Oración después de la Comunión

Que la gracia que hemos recibido en este sacramento permanezca, Señor, en nosotros y aumente por nuestras buenas obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 8 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso, dice el Señor.

Oración Colecta

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia y ya que sin ti no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protégela en los peligros y guíala a la salvación eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Vengan, ataquemos al justo
Lectura del libro del profeta Jeremías 18, 18-20

En aquellos días, los enemigos del profeta se dijeron entre sí: «Vengan, tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta. Vengan, ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de sus oráculos». Jeremías le dijo entonces a Dios: «Señor, atiéndeme, oye lo que dicen mis adversarios: ¿acaso se paga bien con mal? Porque ellos han cavado una fosa para mí. Recuerda cómo he insistido ante ti, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu cólera».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 30
Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Sácame, Señor, de la trampa que me han puesto, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Oigo las burlas de la gente y todo me da miedo; se conjuran contra mí y tratan de quitarme la vida.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Lo condenarán a muerte
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28

En aquel tiempo, mientras iba de camino a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les dijo: «Ya vamos camino de Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, pero al tercer día resucitará». Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?» Ella respondió: «Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino». Pero Jesús contestó: «No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?» Ellos contestaron: «Sí podemos». Y él les dijo: «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado». Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo. Así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio que vamos a ofrecerte, Señor, nos santifique, nos cure de nuestro egoísmo y nos haga partícipes de los bienes eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Proclamaré, Señor, todas tus maravillas; me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión

Señor, que esta comunión nos ayude a vivir más cristianamente y nos obtenga el auxilio continuo de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 7 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Da luz a mis ojos, Señor, para que no caiga en el sueño de la muerte; para que no diga el enemigo: He triunfado sobre él.

Oración Colecta

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia y ya que sin ti no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protégela en los peligros y guíala a la salvación eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia
Lectura del libro del profeta Isaías 1, 10.16-20

Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: «Lávense y purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, auxilien al oprimido, defiendan los derechos del huérfano y la causa de la viuda. Vengan, pues, y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean rojos como la sangre, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean encendidos como la púrpura, vendrán a ser como blanca lana. Si son ustedes dóciles y obedecen, comerán los frutos de la tierra. Pero si se obstinan en la rebeldía, la espada los devorará».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 49
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación

No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa, ni cabritos de tus rebaños.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación

¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandamientos?
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación

Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados. Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Los fariseos dicen una cosa y hacen otra
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio que vamos a ofrecerte, Señor, nos santifique, nos cure de nuestro egoísmo y nos haga partícipes de los bienes eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Proclamaré, Señor, todas tus maravillas; me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión

Señor, que esta comunión nos ayude a vivir más cristianamente y nos obtenga el auxilio continuo de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 6 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en el camino recto, en la asamblea bendeciré al Señor.

Oración Colecta

Señor, tú que para nuestro progreso espiritual nos mandas dominar nuestro cuerpo mediante el ayuno; ayúdanos a huir también de todo pecado y a entregarnos, con amor filial, al cumplimiento de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Hemos pecado, Señor, hemos cometido iniquidades
Lectura del libro del profeta Daniel 9, 4-10

En aquellos días, imploré al Señor mi Dios y le hice esta confesión: «Señor Dios, grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos. Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidades, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas. No hemos hecho caso a los profetas tus siervos, que hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que ahora soportan los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén y de todo Israel, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti. Señor, la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. De nuestro Dios, en cambio, es el tener misericordia y perdonar, aunque nos hemos rebelado contra él, y al no seguir las leyes que él nos había dado por medio de sus siervos los profetas, no hemos obedecido su voz».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 78
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.

No recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.

Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.

Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo, con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Perdonen y serán perdonados
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, favorablemente nuestras oraciones, y tú que nos concedes participar en esta Eucaristía, líbranos de las seducciones del pecado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Señor, que esta comunión nos purifique de toda culpa y nos haga partícipes de las alegrías del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Domingo 5 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.

Oración Colecta

Señor, Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu amado Hijo, alimenta nuestra fe con tu palabra y purifica los ojos de nuestro espíritu para que podamos alegrarnos en la contemplación de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Vocación de Abraham, padre del pueblo de Dios
Lectura del libro del Génesis 12,1-4

En aquellos días, dijo el Señor a Abram: «Deja tu país, a tu parentela y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré. Haré nacer de ti un gran pueblo y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y tú mismo serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. En ti serán bendecidos todos los pueblos de la tierra». Abram partió, como se lo había ordenado el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 32
Señor, ten misericordia de nosotros.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
Señor, ten misericordia de nosotros.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
Señor, ten misericordia de nosotros.

En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
Señor, ten misericordia de nosotros.

Segunda Lectura

Dios nos llama y nos ilumina
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,8-10

Querido hermano: Comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Pues Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida, no porque lo merecieran nuestras buenas obras, sino porque así lo dispuso él gratuitamente.

Este don, que Dios ya nos ha concedido por medio de Cristo Jesús desde toda la eternidad, ahora se ha manifestado con la venida del mismo Cristo Jesús, nuestro salvador, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: «Este es mi Hijo amado: Escúchenlo».
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Su rostro se puso resplandeciente como el sol
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17,1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: «Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo». Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: «Levántense y no teman». Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que esta ofrenda, Señor, nos obtenga el perdón de nuestros pecados y nos santifique en el cuerpo y en el alma para que podamos celebrar dignamente las festividades de la Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escúchenlo.

Oración después de la Comunión

Te damos gracias, Señor, porque al darnos en este sacramento el Cuerpo glorioso de tu Hijo, nos permites participar, ya desde este mundo, de los bienes eternos de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 4 de marzo

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

La ley del Señor es perfecta y reconforta el corazón; el testimonio del Señor es veraz y vuelve sabios a los sencillos.

Oración Colecta

Señor y Padre eterno, haz que se conviertan a ti nuestros corazones a fin de que, viviendo consagrados enteramente a tu servicio, te busquemos siempre a ti y nos dediquemos a la práctica de las obras de misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios
Lectura del libro del Deuteronomio 26, 16-19

En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: «El Señor tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes y decretos; guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz. Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su propiedad, como él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos. Por eso él te elevará en gloria, renombre y esplendor por encima de todas las naciones que ha hecho, y tú serás un pueblo consagrado al Señor tu Dios, como él te lo ha prometido».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 118
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Dichoso el hombre de conducta intachable que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Tú, Señor, has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Te alabaré con sincero corazón, cuando haya aprendido tus justos mandamientos. Quiero cumplir tu ley exactamente. Tú, Señor, no me abandones.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído ustedes que se mandó: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos, como su Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús

Oración sobre las Ofrendas

Que la celebración de este sacramento nos purifique, Señor, de nuestras faltas y nos haga dignos de participar de tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Sean perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Ayuda, Señor, y reconforta siempre a estos hijos tuyos, a quienes has iluminado con tu palabra y alimentado con tu sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 3 de marzo

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Sálvame, Señor, de todas mis angustias. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados.

Oración Colecta

Concede, Señor, a tus hijos prepararse interiormente a la celebración de la Pascua, para que la mortificación corporal, propia de este tiempo, dé en cada uno de nosotros frutos espirituales.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

¿Acaso quiero yo la muerte del pecador y no más bien que enmiende su conducta y viva?
Lectura del libro del profeta Ezequiel 18, 21-28

Esto dice el Señor: «Si el pecador se arrepiente de los pecados cometidos, guarda mis preceptos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá; no me acordaré de los delitos que cometió; vivirá a causa de la justicia que practicó. ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se recordará la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró, por el pecado que cometió, morirá. Y si dice: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 129
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Como aguarda a la aurora el centinela, aguarde Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Ve primero a reconciliarte con tu hermano
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos. Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: ‘No matarás; y el que mate será llevado ante el tribunal’. Pero yo les digo: todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo; y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino, no sea que te entregue al juez, el juez al policía, y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estas ofrendas por medio de las cuales has querido misericordiosamente devolvernos tu amistad y darnos la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Tan cierto como que vivo, dice el Señor, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

Oración después de la Comunión

Que la recepción de tu sacramento nos renueve, Señor, y, purificados de toda maldad, nos haga participar de los bienes de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Jueves 2 de marzo

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Señor, oye mis palabras, escucha mi lamento, haz caso de mi voz suplicante, Rey mío y Dios mío.

Oración Colecta

Puesto que sin ti nada podemos, concédenos, Señor, luz para distinguir siempre el bien y valor para ponerlo en práctica, a fin de que podamos vivir según tu voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

No tengo otro defensor más que tú, Señor
Lectura del libro de Ester 14, 1.3-5. 12-14

En aquellos días, la reina Ester, ante el mortal peligro que amenazaba a su pueblo, buscó refugio en el Señor y se postró en tierra con sus esclavas, desde la mañana hasta el atardecer. Entonces suplicó al Señor, diciendo: «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, ¡bendito seas! Protégeme, porque estoy sola y no tengo más defensor que tú, Señor, y voy a jugarme la vida. Señor, yo sé por los libros que nos dejaron nuestros padres, que tú siempre salvas a los que te son fieles. Ayúdame ahora a mí, porque no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío.

Ayúdame, Señor, pues estoy desamparada. Pon en mis labios palabras acertadas cuando esté en presencia del león y haz que yo le agrade, para que su corazón se vuelva en contra de nuestro enemigo, para ruina de éste y de sus cómplices. Con tu poder, Señor, líbranos de nuestros enemigos. Convierte nuestro llanto en alegría y haz que nuestros sufrimientos nos obtengan la vida».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 137
De todo corazón te damos gracias.

De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.
De todo corazón te damos gracias.

Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor.
De todo corazón te damos gracias.

Que todos los reyes de la tierra te reconozcan al escuchar tus prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa.
De todo corazón te damos gracias.

Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones.
De todo corazón te damos gracias.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Todo el que pide, recibe
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá; porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que toca se le abre. ¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuánta mayor razón el Padre que está en los cielos dará cosas buenas a quienes se las pidan. Traten a los demás como ustedes quieren que ellos los traten: en esto se resumen la ley y los profetas».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, en tu bondad las ofrendas y súplicas que te presentamos, y convierte a ti nuestros corazones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abrirá.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Señor Dios nuestro, que el sacramento que nos has dado como ayuda para nuestra salvación, nos sirva de auxilio tanto para esta vida como para la futura.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 1 de marzo

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios nuestro, de todas nuestras angustias.

Oración Colecta

Mira, Señor, con bondad a tu pueblo que con fervor desea entregarse más a ti; y concédele que la práctica de las buenas obras renueve su alma, ya que con sus privaciones se esfuerza por dominar su cuerpo.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta
Lectura del libro del profeta Jonás 3, 1-10

En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: «Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar allí el mensaje que te voy a indicar». Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. (Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla). Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida».
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: «Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos». Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 50
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del profeta Jonás
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: «La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del Sur se levantará el día del juicio para condenarla; porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla: porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Te presentamos, Señor, este pan y este vino que tú mismo nos has dado para que te los ofreciéramos; a fin de que, al convertirlos tú en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos obtengan la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Que se alegren, Señor, cuantos en ti confían, que se regocijen eternamente porque tú estás con ellos.

Oración después de la Comunión

Tú, Señor, que no cesas de invitarnos a tu mesa, concédenos que la recepción de este sacramento sea para nosotros fuente de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 28 de febrero

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Oración Colecta

Mira, Señor, con misericordia a tu pueblo que en estos días de Cuaresma usa con moderación de los bienes del cuerpo y aviva en su espíritu el deseo de poseerte.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Mi palabra hará mi voluntad
Lectura del libro del profeta Isaías 55, 10-11

Esto dice el Señor: «Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 33
El Señor libra al justo de todas sus angustias.

Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.

Confía en el Señor y saltarás de gusto; jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.

Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.

Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Ustedes oren así
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor y creador todopoderoso, los dones que hemos recibido de tu generosidad; y convierte el pan y el vino que nos has dado para nuestra vida cotidiana en sacramento de salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dios, defensor mío, que me escuchaste cuando te invoqué y me consolaste en la tribulación, ten piedad de mí y escucha mi plegaria.

Oración después de la Comunión

Que esta Eucaristía nos ayude, Señor, a moderar las pasiones y los deseos terrenos y a buscar tu justicia y tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 27 de febrero

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Así como la esclava en su señora, tiene fijos los ojos, fijos en el Señor están los nuestros, hasta que Dios se apiade de nosotros. Ten piedad de nosotros, ten piedad.

Oración Colecta

Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro, y ayúdanos a progresar en el conocimiento de tu palabra para que esta Cuaresma nos sea provechosa.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Juzga a tu prójimo con justicia
Lectura del libro del Levítico 19,1-2.11-18

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: «Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: ‘Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo. No hurtarán. No mentirán ni engañarán a su prójimo. No jurarán en falso por mi nombre; eso sería profanar el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.

No oprimas ni explotes a tu prójimo. No retengas hasta el día siguiente el salario del que trabaja para ti. No maldigas al sordo, ni pongas tropiezos ante el ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.

No seas injusto en la sentencia, ni por favorecer al pobre ni por respeto al poderoso. Juzga con justicia a tu prójimo. No andes calumniando a los tuyos ni des testimonio contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.

No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor’».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 18
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La voluntad del Señor es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Este es el tiempo favorable, este es el día de salvación.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Se sentará en su trono de gloria y apartará a los unos de los otros
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25,31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.

Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que estas ofrendas que te presentamos como signo de nuestra entrega a ti, santifiquen, Señor, con tu gracia, nuestra vida y nos obtengan el perdón de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

En verdad os digo que cuanto hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo habéis hecho, dice el Señor. Venid, benditos de mi Padre, y tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Señor, encontrar en esta comunión fuerza para el cuerpo y para el alma a fin de que, renovados completamente, podamos gloriarnos de la plenitud de tu redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Domingo 26 de febrero

1ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

Me invocará y yo lo escucharé, lo libraré y lo glorificaré; prolongaré los días de su vida.

Oración Colecta

Concédenos, Dios todopoderoso, que las prácticas anuales propias de la Cuaresma nos ayuden a progresar en el conocimiento de Cristo y a llevar una vida más cristiana.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Creación y pecado de nuestros primeros padres
Lectura del libro del Génesis 2,7-9; 3,1-7

Después de haber creado el cielo y la tierra, el Señor Dios tomó polvo del suelo y con él formó al hombre; le sopló en las narices un aliento de vida, y el hombre comenzó a vivir. Después plantó el Señor un jardín al oriente del Edén y allí puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, de hermoso aspecto y sabrosos frutos, y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

La serpiente, que era el más astuto de los animales del campo que había creado el Señor Dios, dijo a la mujer: «¿Con que Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?»

La mujer respondió: «Podemos comer del fruto de todos los árboles del huerto, pero del árbol que está en el centro del jardín, dijo Dios: ‘No comerán de él ni lo tocarán, porque de lo contrario habrán de morir’».

La serpiente replicó a la mujer: «De ningún modo. No morirán. Bien sabe Dios que el día que coman de los frutos de ese árbol, se les abrirán a ustedes los ojos y serán como Dios, que conoce el bien y el mal».

La mujer vio que el árbol era bueno para comer, agradable a la vista y codiciable, además, para alcanzar la sabiduría. Tomó, pues, de su fruto, comió y le dio a su marido, el cual también comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entrelazaron unas hojas de higuera y se las ciñeron para cubrirse.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 50
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Devuélveme tu salvación, que regocija, mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Segunda Lectura

El don de Dios supera con mucho al delito.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos 5,12-19

Hermanos: Así como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Antes de la ley de Moisés ya existía el pecado en el mundo y, si bien es cierto que el pecado no se castiga cuando no hay ley, sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre aquellos que no pecaron como pecó Adán, cuando desobedeció un mandato directo de Dios. Por lo demás, Adán era figura de Cristo, el que había de venir.

Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues si por el delito de un solo hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios. Tampoco pueden compararse los efectos del pecado de Adán con los efectos de la gracia de Dios. Porque ciertamente, la sentencia vino a causa de un solo pecado y fue sentencia de condenación, pero el don de la gracia vino a causa de muchos pecados y nos conduce a la justificación.

En efecto, si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucha mayor razón reinarán en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante que los hace justos.

En resumen, así como por el pecado de un solo hombre, Adán, vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de uno solo, todos serán hechos justos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El ayuno y las tentaciones de Jesús
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 4,1-11

En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: «Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes». Jesús le respondió: «Está escrito: ‘No solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios’».

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: ‘Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna’». Jesús le contestó: «También está escrito: ‘No tentarás al Señor, tu Dios’».

Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras y me adoras». Pero Jesús le replicó: «Retírate, Satanás, porque está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás’».

Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Te pedimos, Señor, que estos dones que vamos a ofrecerte, nos dispongan convenientemente para el santo tiempo de la Cuaresma que estamos iniciando.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios.

Oración después de la Comunión

Que este pan celestial alimente, Señor, en nosotros la fe, aumente la esperanza, refuerce la caridad, y nos enseñe a sentir hambre de Cristo, que es el pan vivo y verdadero, y a vivir de toda palabra que proceda de tu boca.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 25 de febrero

Sábado después de Ceniza

Antífona de Entrada

Escúchanos, Señor, pues eres bueno, y míranos conforme a tu bondad infinita.

Oración Colecta

Dios eterno y todopoderoso, mira compasivo nuestra debilidad; extiende tu mano para protegernos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Cuando compartas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas
Lectura del libro del profeta Isaías 58,9b-14

Esto dice el Señor: «Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre y dará vigor a tu cuerpo, serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas no se agotan; construirás sobre tus viejas ruinas y edificarás sobre cimientos muy antiguos; te llamarán reparador de brechas y restaurador de hogares derruidos.

Si detienes tus pasos para no violar el sábado, y no tratas tus negocios en mi día santo; si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te haré gustar la herencia de tu padre Jacob».

Es el Señor quien lo dice.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 85
Señor, enséñame a seguir fielmente tus caminos.

Presta, Señor, oídos a mi súplica, pues soy un pobre, lleno de desdichas. Protégeme, Señor, porque te amo; salva a tu servidor que en ti confía.
Señor, enséñame a seguir fielmente tus caminos.

Ten compasión de mí, pues clamo a ti, Dios mío, todo el día; y ya que a ti, Señor, levanto el alma, llena a este siervo tuyo de alegría.
Señor, enséñame a seguir fielmente tus caminos.

Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta.
Señor, enséñame a seguir fielmente tus caminos.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: «¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?» Jesús les respondió: «No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio de reconciliación y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos purifique, Señor, y nos renueve, para que todos nuestros pensamientos y acciones se apeguen a tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor; no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

Oración después de la Comunión

Señor, que este sacramento que hemos recibido y que es fuente de vida para tu Iglesia, sea para nosotros prenda segura de salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 24 de febrero

Viernes después de Ceniza

Antífona de Entrada

El Señor me escuchó, tuvo piedad de mí y ha venido en mi ayuda.

Oración Colecta

Concédenos, Señor, tu gracia durante estos días de penitencia cuaresmal, para que a nuestras prácticas externas corresponda una verdadera renovación del espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Este es el ayuno que yo quiero
Lectura del libro del profeta Isaías 58,1-9a

Esto dice el Señor: «Clama a voz en cuello y que nadie te detenga, alza la voz como trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad, como si fuera un pueblo que practicara la justicia y respetara los juicios de Dios. Me piden sentencias justas y anhelan tener cerca a Dios. Me dicen todos los días: “¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos sacrificamos, si no te das por enterado?” Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad. Ese no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes. ¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? ¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre: encorvar la cabeza como un junco y acostarse sobre saco y ceniza? ¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor?

El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano.

Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha.

Entonces clamarás al Señor y te responderá; lo llamarás y te dirá: “Aquí estoy”».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 50
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará con ustedes.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Cuando les quiten al esposo, entonces ayunarán
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?» Jesús les respondió: «¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Señor, que el sacrificio que te ofrecemos en este tiempo de preparación para la Pascua, nos haga agradables a tus ojos y más generosos en la práctica de la penitencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Señor, enséñame tus caminos, dime cuáles son tus senderos.

Oración después de la Comunión

Que nuestra participación en este sacramento nos libre, Señor, de todas nuestras culpas y nos obtenga de tu misericordia la conversión de nuestro espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Jueves 23 de febrero

Jueves después de Ceniza

Antífona de Entrada

Clamé al Señor, él escuchó mi voz y me libró de los que me atacaban. Encomienda a Dios tus afanes y él te sustentará.

Oración Colecta

Inspira, Señor, nuestras acciones y dirígelas con tu gracia, para que todo cuanto emprendamos lo iniciemos en tu nombre y podamos llevarlo a término por tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Hoy pongo delante de ti la bendición y la maldición
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 15-20

Esto dice el Señor: «Mira: Hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos, cumpliendo sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y te multiplicarás. El Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla. Pero si tu corazón se resiste y no obedeces, si te dejas arrastrar y te postras para dar culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que perecerás sin remedio y que, pasado el Jordán para entrar a poseer la tierra, no vivirás muchos años en ella.

Hoy tomo por testigos al cielo y a la tierra de que les he propuesto la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida y vivirás, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él; pues en eso está tu vida y el que habites largos años en la tierra que el Señor prometió dar a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 1
Dichoso quien confía en el Señor.

Dichoso aquél que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso quien confía en el Señor.

Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
Dichoso quien confía en el Señor.

En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso quien confía en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Arrepiéntanse, dice el Señor; porque ya está cerca el Reino de los cielos.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

El que pierda su vida por mí, la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día». Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad estas ofrendas que te presentamos, para que nos alcancen tu perdón y den gloria a tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Señor, crea en mí un corazón puro, y renuévame por dentro con espíritu firme.

Oración después de la Comunión

Señor, que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos recibido en esta comunión, sean para nosotros fuente de perdón, de santidad y de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 22 de febrero

Miércoles de Ceniza

Cuando se procede a la bendición e imposición de la ceniza sin celebrar Misa, es conveniente hacerlo con una celebración de la Palabra, usando los textos propuestos para la Misa de este día.

Antífona de Entrada

Señor, tú te compadeces de todos y no odias nada de lo que has hecho; cierras los ojos a los pecados de los seres humanos para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.

Oración Colecta

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Enluten su corazón y no sus vestidos
Lectura del libro del profeta Joel 2, 12-18

Esto dice el Señor: «Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor, Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia. Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros y nos deje una bendición, que haga posibles las ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios.

Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: “Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?”» Y el Señor se llenó de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 50
Misericordia, Señor, hemos pecado

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Devuélveme tu salvación que regocija y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Segunda Lectura

Aprovechen este tiempo favorable para reconciliarse con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20-21; 6, 1-2

Hermanos: Somos embajadores de Cristo y, por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos. Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: “En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te socorrí”. Pues bien, éste es el tiempo favorable; éste es el día de la salvación.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón».
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Bendición de la Ceniza

Después de la homilía, el celebrante procede a la bendición de la ceniza, y dice la siguiente oración:

Hermanos: Pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta ceniza, que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.

(Breve oración en silencio).

Después prosigue:

Tú que no quieres la muerte del pecador, sino su arrepentimiento, escucha, Señor, con bondad nuestras súplicas y bendice (†) esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en reconocimiento de que somos polvo y al polvo hemos de volver, a fin de que el ejercicio de la penitencia cuaresmal nos obtenga el perdón de los pecados y una vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Y rocía la ceniza con agua bendita, sin decir nada. En seguida, el sacerdote impone la ceniza a todos los presentes que se acercan a él, y dice a cada uno:

Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver.

O bien:

Arrepiéntete y cree en el Evangelio.

Mientras se impone la ceniza se canta.

Antífona

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no cierres la boca de aquéllos que te alaban.

Antífona

Renovemos nuestra vida con un espíritu de humildad y penitencia; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque la misericordia de nuestro Dios está siempre dispuesta a perdonar nuestros pecados.

Antífona

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no cierres la boca de aquellos que te alaban.

Antífona

Borra, Señor, mis pecados.

Puede cantarse también otro cántico apropiado. Acabada la imposición de la ceniza, el celebrante se lava las manos.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, y concédenos que por medio de las obras de caridad y penitencia, venzamos nuestros vicios y, libres de pecado, podamos unirnos mejor a la pasión de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Antífona de la Comunión

El que medita la ley del Señor día y noche, dará fruto a su tiempo.

Oración después de la Comunión

Que esta comunión abra, Señor, nuestro corazón a la justicia y a la caridad, para que observemos el único ayuno que tú quieres y que conduce a nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 21 de febrero

7ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Dios mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco: Tú eres bueno y clemente, y rico en misericordia con quien te invoca.

Oración Colecta

Dios de toda virtud, de quien procede todo lo que es bueno, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, y concede que, haciendo más religiosa nuestra vida, hagas crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves con solicitud amorosa.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Prepárate para la prueba
Lectura del libro del Eclesiástico 2, 1-13

Hijo mío, si te propones servir al Señor, prepárate para la prueba; mantén firme el corazón y sé valiente; no te asustes en el momento de la adversidad. Pégate al Señor y nunca te desprendas de él, para que seas recompensado al fin de tus días.

Acepta todo lo que te sobrevenga, y en los infortunios ten paciencia, pues el oro se purifica con el fuego y el hombre a quien Dios ama, en el crisol del sufrimiento.

Confíate al Señor y él cuidará de ti; espera en él y te allanará el camino. Los que temen al Señor, esperen en su misericordia; no se alejen de él y no caerán. Los que temen al Señor, confíen en él, porque no los dejará sin recompensa. Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, su misericordia y la felicidad eterna.

Miren a sus antepasados y comprenderán. ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su santo temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y fue desatendido? El Señor es clemente y misericordioso; él perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 36
La salvación del justo es el Señor.

Confía en el Señor, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra. Busca en él tu alegría, y te dará el Señor cuanto deseas.
La salvación del justo es el Señor.

Pon tu vida en las manos del Señor, en él confía; hará que tu virtud y tus derechos brillen igual que el sol de mediodía.
La salvación del justo es el Señor.

El Señor aprueba el camino de los justos, asegura todos sus pasos; no quedarán por tierra cuando caigan, porque el Señor los tiene de su mano.
La salvación del justo es el Señor.

La salvación del justo es el Señor, en la tribulación él es su amparo. A quien en él confía, Dios lo salva de los malvados.
La salvación del justo es el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
Aleluya.

Evangelio

El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quisiera ser el primero, que sea el último de todos
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaum, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutían por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quien era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazo y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que esta ofrenda sagrada, Señor, nos traiga siempre tu bendición salvadora, para que dé fruto en nosotros lo que realiza el misterio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Oración después de la Comunión

Saciados con el pan de esta mesa celestial, te suplicamos, Señor, que este alimento de caridad fortalezca nuestros corazones, para que nos animemos a servirte en nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 20 de febrero

7ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Inclina tu oído, Señor, y escúchame. Salva a tu siervo, que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.

Oración Colecta

Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles, impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros corazones donde se halla la verdadera felicidad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Antes que cualquier otra cosa fue creada la sabiduría
Lectura del libro del Eclesiástico (Sirácide) 1,1-10

Toda sabiduría proviene del Señor y está con él eternamente. ¿Quién puede contar las arenas de la playa, las gotas de la lluvia o los días de los siglos? ¿Quién puede explorar la altura del cielo, la extensión de la tierra y la profundidad de los abismos?

Antes que cualquier otra cosa fue creada la sabiduría; y la luz de la inteligencia, desde la eternidad. ¿A quién se le ha revelado la fuente de la sabiduría? ¿Quién ha conocido sus recursos inagotables? Uno solo es sabio, temible en extremo: el que está sentado en su trono, el Señor.

Él creó la sabiduría, la contempló y la midió; la ha derramado sobre todas sus obras y sobre todos los hombres, según su generosidad; la ha derrochado entre aquellos que lo aman.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 92
El Señor es un rey magnífico.

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.
El Señor es un rey magnífico.

Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo.
El Señor es un rey magnífico.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
Aleluya.

Evangelio

Creo, Señor, pero dame tú la fe que me falta
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9,14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: «¿De qué están discutiendo?» De entre la gente, uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido».

Jesús les contestó: «¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho». Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?» Contestó el padre: «Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».

Jesús le replicó: «¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe». Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: «Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta». Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él». Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Él les respondió: «Esta clase de demonios no salen sino a fuerza de oración y de ayuno».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Señor, que con un mismo y único sacrificio adquiriste para ti un pueblo de adopción, concede, propicio, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, dice el Señor; y yo lo resucitaré en el último día.

Oración después de la Comunión

Te pedimos, Señor, que la obra salvadora de tu misericordia fructifique plenamente en nosotros, y haz que, con la ayuda continua de tu gracia, de tal manera tendamos a la perfección, que podamos siempre agradarte en todo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Domingo 19 de febrero

7ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Confío, Señor, en tu misericordia. Se alegra mi corazón con tu auxilio; cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Oración Colecta

Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante meditación de tus misterios nos impulse a decir y hacer siempre lo que sea de tu agrado.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del libro del Levítico 19, 1-2.17-18

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: «Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo.

No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 102
El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice el Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Segunda Lectura

Todo es de ustedes, ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 3,16-23

Hermanos: ¿No saben ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el templo de Dios es santo y ustedes son ese templo.

Que nadie se engañe: si alguno de ustedes se tiene a sí mismo por sabio según los criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios, como dice la Escritura: ‘Dios hace que los sabios caigan en la trampa de su propia astucia’. También dice: ‘El Señor conoce los pensamientos de los sabios y los tiene por vanos’. Así pues, que nadie se glorié de pertenecer a ningún hombre, ya que todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo y Pedro, el mundo, la vida y la muerte, lo presente y lo futuro: todo es de ustedes; ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
En aquel que cumple la palabra de Cristo el amor de Dios ha llegado a su plenitud.
Aleluya.

Evangelio

Amen a sus enemigos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5,38-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo, diente por diente’; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.

Han oído ustedes que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque si ustedes aman solo a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Al celebrar con la debida reverencia tus misterios, te rogamos, Señor, que los dones ofrecidos en honor de tu gloria nos sirvan para la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Proclamaré todas tus maravillas; me alegraré y exultaré contigo y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Dios todopoderoso, que alcancemos aquel fruto celestial, cuyo adelanto acabamos de recibir mediante estos sacramentos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 18 de febrero

6ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Dichosa eres tú, santísima Virgen María, y digna de toda alabanza, porque de ti brotó el sol de justicia, Jesucristo, nuestro Señor, por quien fuimos salvados y redimidos.

Oración Colecta

Concédenos, Dios todopoderoso, que tus fieles, que se alegran de estar bajo la protección de la santísima Virgen María, nos veamos libres, por su piadosa intercesión, de todos los males aquí en la tierra y merezcamos llegar a los gozos eternos en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Por la fe sabemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios
Lectura de la carta a los hebreos 11, 1-7

Hermanos: la fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros mayores.

Por la fe, sabemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de suerte que aquello que vemos, surgió de lo que no vemos. Por la fe, Abel ofreció un sacrificio más excelente que el de Caín, y por ella fue declarado justo, pues Dios mismo aceptó sus ofrendas; y por su fe nos sigue hablando después de muerto.

Por su fe, Henoc fue trasladado sin pasar por la muerte: Desapareció, porque Dios se lo llevó. La Escritura da testimonio a su favor de que, ya antes de ser trasladado, era agradable a Dios. Ahora bien, sin fe es imposible agradarlo, pues quien se acerca a Dios debe creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe, Noé aceptó el aviso de Dios sobre lo que aún no sucedía y con religioso temor construyó un arca para salvarse con su familia; su fe se constituyó en condena para el mundo incrédulo y él quedó establecido como heredero de la justicia que proviene de la fe.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 144
No cesará, Señor, mi boca de alabarte.

Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable.
No cesará, Señor, mi boca de alabarte.

Cada generación, a la que sigue anunciará tus obras y proezas. Se hablará de tus hechos portentosos, del glorioso esplendor de tu grandeza.
No cesará, Señor, mi boca de alabarte.

Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
No cesará, Señor, mi boca de alabarte.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: «Este es mi Hijo amado: escúchenlo».
Aleluya.

Evangelio

Se transfiguró en presencia de ellos
Lectura del santo Evangelio según Marcos 9, 2-13

En aquel tiempo Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia: sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

En realidad no sabía lo que decía porque estaban asustados. Se formó entonces una nube que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, escúchenlo». En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de resucitar de entre los muertos. Le preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?» Él les contestó: «Si fuera cierto que Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces, ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron a su antojo, como estaba escrito de él».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, las oraciones y las ofrendas que tus fieles te presentan al conmemorar a santa María, Madre de Dios; haz que te sean agradables y nos alcancen el auxilio de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El Señor puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones.

Oración después de la Comunión

Reanimados por el sacramento de salvación, humildemente te pedimos, Señor, que quienes celebramos con veneración la memoria de la santísima Virgen María, Madre de Dios, merezcamos experimentar continuamente el fruto de tu redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 17 de febrero

6ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Dios, protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido. Un solo día en tu casa es más valioso, que mil días en cualquier otra parte.

Oración Colecta

Señor Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en nuestros corazones el anhelo de amarte, para que, amándote en todo y sobre todo, consigamos tus promesas, que superan todo deseo.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Se llamó Babel, porque allí confundió el Señor las lenguas de todos los hombres
Lectura del libro del Génesis 11, 1-9

En aquel tiempo, toda la tierra tenía una sola lengua y unas mismas palabras. Al emigrar los hombres desde el oriente, encontraron una llanura en la región de Sinaar y allí se establecieron. Entonces se dijeron unos a otros: «Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos». Utilizaron, pues, ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mezcla. Luego dijeron: «Construyamos una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos, antes de dispersarnos por la tierra».

El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo y se dijo: «Son un solo pueblo y hablan una solo lengua. Si ya empezaron esta obra, en adelante ningún proyecto les parecerá imposible. Vayamos, pues, y confundamos su lengua, para que no se entiendan unos con otros».

Entonces el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor la lengua de todos los hombres y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 32
Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios. Los proyectos del Señor duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos. Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, dichoso el pueblo que escogió por suyo.
Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres; desde el lugar de su morada observa a todos los que habitan en el orbe. El formó el corazón de cada uno y entiende sus acciones.
Dichoso el pueblo escogido por Dios.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.                                  
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 34-38; 9,1

En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo: «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga, pues el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo de hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles».

Y añadió: «Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, nuestros dones, con los que se realiza tan glorioso intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo, dice el Señor: quien coma de este pan, vivirá eternamente.

Oración después de la Comunión

Unidos a Cristo por este sacramento, suplicamos humildemente, Señor, tu misericordia, para que, hechos semejantes a él aquí en la tierra, merezcamos gozar de su compañía en el cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Jueves 16 de febrero

6ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Acuérdate, Señor, de tu alianza, no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa, no olvides las voces de los que te buscan.

Oración Colecta

Dios todopoderoso y eterno, a quien, enseñados por el Espíritu Santo, invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Pondré mi arco iris en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra
Lectura del libro del Génesis 9, 1-13

En aquel tiempo, Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: «Crezcan y multiplíquense y llenen la tierra. Todos los animales los temerán y los respetarán a ustedes; las aves del cielo, los reptiles de la tierra, los peces del mar están sujetos a ustedes. Todo lo que vive y se mueve les servirá a ustedes de alimento; se lo entrego a ustedes, lo mismo que los vegetales.

Pero no coman carne con sangre, pues en la sangre está la vida. Por eso yo pediré cuentas de la sangre de ustedes, que es su vida; se las pediré a cualquier animal; y al hombre también le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si alguien derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya; porque Dios hizo al hombre a su imagen. Ustedes crezcan y multiplíquense, extiéndanse por la tierra y domínenla».

También dijo Dios a Noé y a sus hijos: «Ahora establezco una alianza con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que los acompañaron, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca, con todo ser viviente sobre la tierra. Esta es la alianza que establezco con ustedes: No volveré a exterminar la vida con el diluvio, ni habrá otro diluvio que destruya la tierra». Y añadió: «Esta es la señal de la alianza perpetua que yo establezco con ustedes y con todo ser viviente que esté con ustedes: pondré mi arco iris en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 101
El Señor ha mirado a la tierra desde el cielo.

Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los poderosos.
El Señor ha mirado a la tierra desde el cielo.

Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero.
El Señor ha mirado a la tierra desde el cielo.

Bajo tu protección, Señor, habitarán los hijos de tus siervos y se establecerán sus descendientes. Tu nombre en Sión alabarán por eso, cuando en Jerusalén, a darte culto, se reúnan, Señor, todos los pueblos.
El Señor ha mirado a la tierra desde el cielo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Aleluya.

Evangelio

Dijo Pedro: «Tú eres el Mesías»
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesárea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los profetas». Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro le respondió: «Tú eres el Mesías». Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad.

Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: «¡Apártate de mí, Satanás!, porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe benignamente, Señor, los dones de tu Iglesia, y, al concederle en tu misericordia que te los pueda ofrecer, haces al mismo tiempo que se conviertan en sacramento de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El pan que yo les daré, es mi carne para la vida del mundo, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

La comunión de tus sacramentos que hemos recibido, Señor, nos salven y nos confirmen en la luz de tu verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Miércoles 15 de febrero

6ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes.

Oración Colecta

Ayuda, Señor, a tus siervos, que imploran tu continua benevolencia, y ya que se glorían de tenerte como su creador y su guía, renueva en ellos tu obra creadora y consérvales los dones de tu redención.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Vio Noé que la tierra estaba ya seca
Lectura del libro del Génesis 8,6-13.20-22

Cuarenta días después de que las aguas del diluvio habían ido bajando y ya se veían las cimas de los montes, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca y soltó un cuervo. Este anduvo yendo y viniendo, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó Noé una paloma, para ver si ya se había secado el agua sobre la superficie de la tierra. La paloma no encontró en dónde posarse y volvió al arca, porque aún había agua sobre la superficie de la tierra. Noé estiró el brazo, la tomó y la metió en el arca. Esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma, que regresó al atardecer con una hoja de olivo en el pico. Noé comprendió que el agua sobre la tierra era ya muy poca. Esperó otros siete días y soltó otra vez la paloma, la cual ya no regresó.

El primer día del primer mes del año seiscientos uno se secó el agua de la tierra. Noé levantó la cubierta del arca y vio que la tierra estaba ya seca.

Entonces salió del arca y construyó un altar al Señor; tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. Cuando el Señor aspiró la suave fragancia de las ofrendas, se dijo: «No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre. Es cierto que el corazón humano se inclina al mal desde su infancia, pero yo no volveré a exterminar a los vivientes, como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 115
Daré gracias al Señor toda mi vida.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor.
Daré gracias al Señor toda mi vida.

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
Daré gracias al Señor toda mi vida.

Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo, en medio de su templo santo, que está en Jerusalén.
Daré gracias al Señor toda mi vida.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
Aleluya.

Evangelio

El ciego quedó curado y veía todo con claridad
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8,22-26

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida y enseguida le llevaron a Jesús un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?» El ciego, empezando a ver, le dijo: «Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan».

Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Santifica, Señor, por tu piedad, estos dones y al recibir en oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una perenne ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Yo soy el pan de vida, dice el Señor. Quien venga a mí no tendrá hambre, y quien crea en mí no tendrá sed.

Oración después de la Comunión

Acompaña, Señor, con tu permanente auxilio, a quienes renuevas con el don celestial, y a quienes no dejas de proteger, concédeles ser cada vez más dignos de la eterna redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Martes 14 de febrero

Memoria de san Cirilo, Monje, y san Metodio, Obispo

Antífona de Entrada

Éstos son los hombres santos que se hicieron amigos de Dios, insignes predicadores del Evangelio.

Oración Colecta

Dios nuestro, que por medio de los santos Cirilo y Metodio iluminaste con la luz del Evangelio a los pueblos eslavos, abre nuestro corazón para que aceptemos tu palabra y ayúdanos a vivir de acuerdo con la fe que profesamos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado
Lectura del libro del Génesis 6, 5-8; 7, 1-5.10

Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que sus actitudes eran siempre perversas, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra. Y lleno de profundo pesar dijo: «Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; y con el hombre a los cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me arrepiento de haberlos creado».

Pero Noé obtuvo el favor del Señor. El Señor dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en esta generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de las aves, siete parejas, macho y hembra, para que se conserve su especie en la tierra. Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los vivientes que he creado». Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. Pasados siete días cayó el diluvio sobre la tierra.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 28
Dios bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, glorifiquen al Señor, denle la gloria que merece. Postrados en su templo santo, alabemos al Señor.
Dios bendice a su pueblo con la paz.

La voz del Señor se deja oír sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es imponente.
Dios bendice a su pueblo con la paz.

El Dios de majestad hizo sonar el trueno de su voz. El Señor se manifestó sobre las aguas desde su trono eterno: Dios bendice a su pueblo con la paz.
Dios bendice a su pueblo con la paz.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él.
Aleluya.

Evangelio

Cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 14-21

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y sólo tenían uno en la barca. Jesús les hizo esta advertencia: «Cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes». Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no tenemos pan». Dándose cuenta, Jesús les dijo: «¿Por qué comentan que no tienen pan? ¿No acaban de comprender? ¿Tan embotada está su mente? ¿Para qué les sirven los ojos, si no ven, y los oídos, si no oyen? A ver, ¿cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?» Ellos contestaron: «Doce». Jesús insistió: «¿Y cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?» Le respondieron: «Siete». Entonces él dijo: «¿Y todavía no acaban de comprender?»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, los dones que presentamos a tu divina majestad en la conmemoración de los santos Cirilo y Metodio, y concede que se conviertan en el signo de la humanidad nueva reconciliada contigo en el amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Salieron los discípulos a predicar el Evangelio; y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la predicación con los milagros que hacían.

Oración después de la Comunión

Dios nuestro, Padre de todos los pueblos, que nos haces partícipes de un mismo pan y un mismo Espíritu y herederos del banquete eterno, en esta fiesta de los santos Cirilo y Metodio concédenos, benigno, que la muchedumbre de tus hijos, perseverando en la misma fe, edifique, unánime, el reino de justicia y de paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lunes 13 de febrero

6ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Dios habita en su santuario; él nos hace habitar juntos en su casa; es la fuerza y el poder de su pueblo.

Oración Colecta

Señor Dios, protector de los que en ti confían, sin ti, nada es fuerte, ni santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los bienes pasajeros, que nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Caín atacó a su hermano Abel y lo mató
Lectura del libro del Génesis 4, 1-15.25

En aquel tiempo Adán se unió con Eva, su mujer; ella concibió, dio a luz a Caín, y dijo: «Con el favor de Dios he engendrado un hijo».

Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel era pastor de ovejas, y Caín trabajador en el campo. Pasado un tiempo, Caín presentó al Señor dones de los frutos del campo, y Abel sacrificó las primeras crías y la grasa de sus ovejas. El señor se fijó en Abel y su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda; por lo cual Caín se enfureció y andaba resentido. El Señor dijo a Caín: «¿Por qué te enfureces y andas resentido? Si hicieras el bien, te sentirías feliz; pero si haces el mal, el pecado acecha a tu puerta; y aunque te acosa, tú puedes dominarlo».

Un día Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor preguntó a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?»

Caín respondió: «No sé; ¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?» El Señor le replicó: «¿Qué es lo que has hecho? La sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra que ha abierto su boca para beber la sangre de tu hermano que acabas de derramar. Aunque cultives la tierra, no volverá a darte frutos. Serás un errante y fugitivo por el mundo». Caín contestó al Señor: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Tú me arrojas de esta tierra; tendré que ocultarme de ti y andar errante y fugitivo por el mundo, y el que me encuentre me matará». El Señor le dijo: «El que te mate a ti será castigado siete veces».

Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matara. Adán se unió otra vez a su mujer, y ésta dio a luz un hijo a quien llamó Set, pues dijo: «El Señor me ha dado otro hijo en lugar de Abel, asesinado por Caín».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 49
Te ofreceremos, Señor, sacrificios de alabanza.

Habla el Dios de los dioses, el Señor, y convoca a cuantos viven en la tierra del oriente al poniente: ‘No voy a reclamarte sacrificios, pues siempre están ante mí tus holocaustos.
Te ofreceremos, Señor, sacrificios de alabanza.

¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y hechas en saco roto mis mandatos?
Te ofreceremos, Señor, sacrificios de alabanza.

Te pones a insultar a tu hermano y deshonras al hijo de tu madre. Tú haces esto, ¿y yo tango que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados’.
Te ofreceremos, Señor, sacrificios de alabanza.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio

¿Por qué esta gente busca una señal?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: «¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal». Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, los dones que por tu generosidad te presentamos, para que, por el poder de tu gracia, estos sagrados misterios santifiquen toda nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dichosos los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Oración después de la Comunión

Habiendo recibido, Señor, el sacramento celestial, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que él mismo nos dio con tan inefable amor, nos aproveche para nuestra salvación eterna. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Domingo 12 de febrero

6ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras. Tú eres mi baluarte y mi refugio, por tu nombre condúceme y guíame.

Oración Colecta

Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Dios no ha dado a nadie permiso de pecar
Lectura del libro del Eclesiástico (Sirácide) 15,16-21

Si tú lo quieres, puedes guardar los mandamientos; o permanecer fiel a ellos es cosa tuya. El Señor ha puesto delante de ti fuego y agua; le será dado lo que él escoja. Es infinita la sabiduría del Señor; es inmenso su poder y él lo ve todo. Los ojos del Señor ven con agrado a quienes lo temen; el Señor conoce todas las obras del hombre. A nadie le ha mandado ser impío y a nadie le ha dado permiso de pecar.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 118
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Tú, Señor, has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Favorece a tu siervo para que viva y observe tus palabras. Ábreme los ojos para ver las maravillas de tu voluntad.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.

Segunda Lectura

Predicamos una sabiduría misteriosa prevista por Dios antes de los siglos, para conducirnos a la gloria
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 2,6-10

Hermanos: Es cierto que a los adultos en la fe les predicamos la sabiduría, pero no la sabiduría de este mundo ni la de aquellos que dominan al mundo, los cuales van a quedar aniquilados. Por el contrario, predicamos una sabiduría divina, misteriosa, que ha permanecido oculta y que fue prevista por Dios desde antes de los siglos, para conducirnos a la gloria. Ninguno de los que dominan este mundo la conoció, porque, de haberla conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.

Pero lo que nosotros predicamos es, como dice la Escritura, que ‘lo que Dios ha preparado para los que lo aman, ni el ojo lo ha visto, ni el oído lo ha escuchado, ni la mente del hombre pudo siquiera haberlo imaginado’. A nosotros, en cambio, Dios nos lo ha revelado por el Espíritu que conoce perfectamente todo, hasta lo más profundo de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.

Evangelio

Han oído lo que se dijo a los antiguos; pero yo les digo…
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5,17-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: ‘No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal’. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

También han oído ustedes que se dijo a los antiguos: ‘No cometerás adulterio’; pero yo les digo que quien mire con malos ojos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: ‘El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio’; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio y el que se casa con una divorciada comete adulterio.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: ‘No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento’. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que esta ofrenda, Señor, nos purifique y nos renueve, y se convierta en causa de recompensa eterna para quienes cumplimos tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

El Señor colmó el deseo de su pueblo; no lo defraudó. Comieron y quedaron satisfechos.

Oración después de la Comunión

Saciados, Señor, por este manjar celestial, te rogamos que nos hagas anhelar siempre este mismo sustento por el cual verdaderamente vivimos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Sábado 11 de febrero

5ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

El Señor es mi auxilio y el único apoyo en mi vida. Te ofreceré de corazón un sacrificio y daré gracias a tu nombre, Señor, porque eres bueno.

Oración Colecta

Sé propicio, Señor, con tus siervos y multiplica, bondadoso, sobre ellos los dones de tu gracia, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y la caridad, perseveren siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

El Señor expulsó al hombre del Edén para que trabajara la tierra
Lectura del libro del Génesis 3, 9-24

Después de que el hombre y la mujer comieran el fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: «¿Dónde estás?» Este respondió: «Oí tus pasos en el jardín; y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí».

Entonces le dijo Dios: «¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» Respondió Adán: «La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí». El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Por qué has hecho esto?» Repuso la mujer: «La serpiente me engañó y comí». Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente: «Porque has hecho esto, serás maldita entre todos los animales y entre todas las bestias salvajes. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón».

A la mujer le dijo: «Multiplicaré las fatigas de tus embarazos y con dolores darás a luz a tus hijos. Tus impulsos te llevarán hacia tu marido y él te dominará». Al hombre le dijo: «Por haberle hecho caso a tu mujer y por haber comido del árbol del que te prohibí comer, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tus alimentos todos los días de tu vida. Te producirá cardos y espinas y comerás de las hierbas del campo. Ganarás tu pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te saqué: eres polvo y en polvo te convertirás».

El hombre le puso a su mujer el nombre de ‘Eva’, porque ella fue la madre de todos los vivientes. El Señor Dios les hizo al hombre y a la mujer unas túnicas de pieles para que se las pusieran. El Señor Dios dijo: «Aquí está el hombre ya casi convertido en uno de nosotros, por el conocimiento del bien y del mal. Que no vaya ahora a extender la mano para tomar de los frutos del árbol de la vida, se los coma y viva para siempre».

Entonces, el Señor Dios lo expulsó del jardín del Edén, para que trabajara el suelo, de donde había sido hecho. Y expulsado el hombre, colocó al oriente del jardín del Edén a unos querubines con unas espadas de fuego ardiente, para impedir la entrada hacia el árbol de la vida.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 89
Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Desde antes que surgieran las montañas, y la tierra y el mundo apareciesen, existes tú, Dios mío, desde siempre y por siempre.
Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años para ti son como un día, que ya pasó; como una breve noche.
Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba que despunta y florece en la mañana, y por la tarde se marchita y se seca.
Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
Tú eres, Señor, nuestro refugio.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Aleluya.

Evangelio

La gente comió hasta quedar satisfecha
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima esta gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido de lejos».

Sus discípulos le replicaron: «¿Y dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tienen?» Ellos le contestaron: «Siete».

Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente.     

Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos y llegó a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que con la perfección de un único sacrificio pusiste fin a la diversidad de sacrificios de la antigua ley, recibe las ofrendas de tus fieles, y santifícalas como bendijiste la ofrenda de Abel, para que aquello que cada uno te ofrece en honor de tu gloria, sea de provecho para la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Miren que estoy a la puerta y llamo, dice el Señor: Si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.

Oración después de la Comunión

Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Viernes 10 de febrero

Memoria de santa Escolástica, Virgen

Antífona de Entrada

Esta virgen sabia y prudente salió al encuentro de Cristo con la lámpara encendida.

Oración Colecta

Al celebrar la fiesta de santa Escolástica, te pedimos, Señor, que, a imitación suya, aprendamos a servirte con un amor infatigable y a disfrutar profundamente tu amistad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Ustedes serán como dioses, pues conocerán el bien y el mal.
Lectura del libro del Génesis 3, 1-8

De todos los animales salvajes creados por el Señor Dios, la serpiente era la más astuta. Un día le dijo a la mujer: «¿Es cierto que Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín? » La mujer le respondió a la serpiente: «No. Sí podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero de los frutos del árbol que está en el centro, Dios nos ha prohibido comer y nos ha dicho que no lo toquemos, porque, de lo contrario, moriremos».

La serpiente le dijo a la mujer: «Eso de que ustedes van a morir no es cierto. Al contrario, Dios sabe muy bien que, si comen de esos frutos, se les abrirán los ojos y serán como dioses, pues conocerán el bien y el mal».

Entonces los frutos de aquel árbol le parecieron a la mujer apetitosos, de hermoso aspecto y excelentes para adquirir sabiduría. Tomó de los frutos y comió; y después le dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Al momento se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entrelazaron unas hojas de higuera y se cubrieron con ellas.

Oyeron luego los pasos del Señor Dios, que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y se ocultaron de su vista entre los árboles del jardín.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 31
Perdona, Señor, nuestros pecados.

Dichoso el que está absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que el Señor no encuentra ni delito ni engaño.
Perdona, Señor, nuestros pecados.

Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito, y tú me has perdonado.
Perdona, Señor, nuestros pecados.

Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque; y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden.
Perdona, Señor, nuestros pecados.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
Aleluya.

Evangelio

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al lago de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «¡Effetá!» (que quiere decir «¡ábrete!»).

Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; todos estaban asombrados y decían: «¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Al proclamar, Señor, tu obra admirable en la santa virgen Escolástica, suplicamos humildemente a tu majestad que, así como te agradaron sus méritos, así también te sea aceptable el desempeño de nuestro servicio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Lo único que pido al Señor, lo único que busco, es vivir en la casa del Señor toda mi vida.

Oración después de la Comunión

Alimentados por la participación de este divino don, te rogamos, Señor Dios nuestro, que, a ejemplo de santa Escolástica, virgen y llevando en nuestro cuerpo los padecimientos de Jesús, nos esforcemos por adherirnos sólo a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Jueves 30 de marzo

Meditación

Contemplar la pasión

I. La liturgia de estos días nos acerca ya al misterio fundamental de nuestra fe: la Resurrección del Señor. Pero no podremos participar de Ella, si no nos unimos a su Pasión y Muerte. Por eso, durante estos días, acompañemos a Jesús, con nuestra oración, en su vía dolorosa y en su muerte en la Cruz. No olvidemos que nosotros fuimos protagonistas de aquellos horrores, porque Jesús cargó con nuestros pecados (1 P 2, 24), con cada uno de ellos. Fuimos rescatados de las manos del demonio y de la muerte a gran precio (1 Co 6, 20), el de la Sangre de Cristo. Santo Tomás de Aquino decía: ‘La Pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida’. Al preguntarle a San Buenaventura de dónde sacaba tan buena doctrina para sus obras, él contestó presentando un Crucifijo, ennegrecido por los muchos besos que le había dado: ‘Este es el libro que me dicta todo lo que escribo; lo poco que sé aquí lo he aprendido’

II. Nos hace mucho bien contemplar la Pasión de Cristo: en nuestra oración personal, al leer los Santos Evangelios, en los misterios dolorosos del Santo Rosario, en el Vía Crucis… En ocasiones nos imaginamos a nosotros mismos presentes entre los espectadores que fueron testigos en esos momentos. También podemos intentar con la ayuda de la gracia, contemplar la Pasión como la vivió el mismo Cristo (R.A. Knox, Ejercicios para seglares). Parece imposible, y siempre será una visión muy empobrecida de la realidad, pero para nosotros puede llegar a ser una oración de extraordinaria riqueza. Dice San León Magno que ‘el que quiera de verdad venerar la pasión del Señor debe contemplar de tal manera a Jesús crucificado con los ojos del alma, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús’ (Sermón 15 sobre la Pasión).

III. La meditación de la Pasión de Cristo nos consigue innumerables frutos. En primer lugar nos ayuda a tener una aversión grande a todo pecado, pues Él fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados (Is 53, 5). Los padecimientos nos animan a huir de todo lo que pueda significar aburguesamiento y pereza; avivan nuestro amor y alejan la tibieza. Hacen nuestra alma mortificada, guardando mejor los sentidos. Y si alguna vez, el Señor permite el dolor, nos será de gran ayuda y alivio considerar los dolores de Cristo en su Pasión. Hagamos el propósito de estar más cerca de la Virgen estos días que preceden a la Pasión de su Hijo, y pidámosle que nos enseñe a contemplarle en esos momentos en los que tanto sufrió por nosotros.