Martes 2 de Julio

13ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Concede, Señor, la paz a los que esperan en ti, y cumple así las palabras de tus profetas; escucha las plegarias de tu siervo, y de tu pueblo Israel.

Oración Colecta

Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

El Señor hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra
Lectura del libro del Génesis 19,15-29

Aquel día, al rayar el alba, los ángeles apresuraban a Lot diciéndole: «Vamos; toma a tu esposa y a tus dos hijas, para que no perezcas a causa de los pecados de Sodoma».

Como Lot no se decidía, los tomaron de la mano a él, a su mujer y a sus dos hijas, los sacaron de su casa y los condujeron fuera de la ciudad, porque el Señor los perdonaba. Cuando estaban fuera, uno de los ángeles le dijo: «Ponte a salvo, no mires hacia atrás, no te detengas en el valle; ponte a salvo en los montes para que no perezcas».

Lot le respondió: «No, te lo ruego. Tú me has favorecido a mí, tratándome con gran misericordia al salvarme la vida; pero yo no podré sobrevivir en los montes, pues la desgracia me alcanzaría ahí y moriría. Mira; aquí cerca hay una ciudad pequeña, en donde puedo refugiarme y salvar la vida. ¿Verdad que es pequeña y puedo vivir en ella?»

El ángel le contestó: «Accedo a lo que me pides, no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo, pues no puedo hacer nada hasta que llegues allá». Por eso la ciudad se llamó Soar. El sol salía cuando Lot llegó a Soar.

El Señor hizo llover desde el cielo azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y todo el valle, con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo. La mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal.

Abraham se levantó de mañana y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección de Sodoma y Gomorra toda la extensión del valle, y vio una gran humareda que salía del suelo, como el humo de un horno. Así, cuando el Señor destruyó las ciudades del valle y arrasó las ciudades en las que Lot había vivido, se acordó de Abraham y libró a Lot de la catástrofe.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 25
Ten compasión de mí, Señor.

Examíname, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón, porque tengo tu bondad ante mis ojos y camino en tu verdad.
Ten compasión de mí, Señor.

No me trates como a los pecadores ni me castigues como a los sanguinarios, que en sus manos llevan infamias y las tienen llenas de sobornos.
Ten compasión de mí, Señor.

Yo, en cambio, camino en la integridad; sálvame y ten compasión de mí. Mi pie se mantiene en el camino recto, en la asamblea bendeciré al Señor.
Ten compasión de mí, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.                                         
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra.
Aleluya.

Evangelio

Dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas cubrían la barca; pero él estaba dormido. Los discípulos lo despertaron, diciéndole: «Señor, ¡sálvanos, que perecemos!»

Él les respondió: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Sé propicio, Señor, a nuestras plegarias y acepta benignamente estas ofrendas de tus siervos, para que aquello que cada uno ofrece en honor de tu nombre aproveche a todos para su salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Señor Dios, qué preciosa es tu misericordia. Por eso los hombres se acogen a la sombra de tus alas.

Oración después de la Comunión

Que el efecto de este don celestial, Señor, transforme nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no nuestro sentir, lo que siempre inspire nuestras acciones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.