Domingo 26 de diciembre

Reflexión sobre el Evangelio

«¿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?»: La respuesta de Cristo es una explicación. Las palabras del Niño –que son las primeras que recoge el Evangelio– enseñan claramente su Filiación divina. Y afirman su voluntad de cumplir los designios de su Padre Eterno. «No los reprende –a María y a José– porque lo buscan como hijo, sino que les hace levantar los ojos de su espíritu para que vean lo que debe a Aquel de quien es Hijo Eterno» (San Beda, In Lucae Evangelium expositio, in loc.). Jesús nos enseña a todos que por encima de cualquier autoridad humana, incluso la de los padres, está el deber primario de cumplir la voluntad de Dios: «Y, al consolarnos con el gozo de encontrar a Jesús –¡tres días de ausencia!–disputando con los Maestros de Israel (Lc 2,46), quedará muy grabada en tu alma y en la mía la obligación de dejar a los de nuestra casa por servir al Padre Celestial» (San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, quinto misterio gozoso).

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