Reflexión sobre el evangelio
Las promesas anunciadas en la profecía constituyen el conjunto de bienes que Dios enviará a su pueblo por medio del Mesías. Por «pobres» se ha de entender, según la tradición del Antiguo Testamento y la predicación de Jesús, no tanto una determinada condición social sino más bien la actitud religiosa de indigencia y humildad ante Dios de los que, en vez de confiar en sus propios bienes y méritos, confían en la bondad y misericordia divinas. Por ello, evangelizar a los pobres es anunciarles la «buena noticia» de que Dios se ha compadecido de ellos. Del mismo modo, la Redención a que alude el texto, tiene sobre todo un sentido espiritual trascendente: Cristo viene a librarnos de la ceguera y de la opresión del pecado, que son, en definitiva, la esclavitud a la que nos ha sometido el demonio.