Reflexión sobre el evangelio
Jesús se les aparece a los discípulos de improviso, estando las puertas cerradas (cfr Jn 20,19), lo que explica su sorpresa y su reacción. San Ambrosio comenta que «penetró en el recinto cerrado no porque su naturaleza fuese incorpórea, sino porque tenía la cualidad de un cuerpo resucitado» (Expositio Evangelii sec. Lucam, in loc.). Entre esas cualidades del cuerpo glorioso, la sutileza hace que «el cuerpo esté totalmente sometido al imperio del alma» (San Pío V, Catecismo para los Párrocos según el decreto del Concilio de Trento, I, 12,13), de modo que puede atravesar los obstáculos materiales sin ninguna resistencia. La escena reviste un encanto especial al describir el Evangelista los detalles de condescendencia divina para confirmarlos en la verdad de su Resurrección.