Reflexión sobre el Evangelio
El cristiano, por el Bautismo, ha sido hecho hijo de Dios y llamado a compartir los bienes divinos, no sólo en el Cielo, sino ya en la tierra: ha recibido la gracia, participa del Banquete eucarístico…, comparte con sus hermanos los cristianos la amistad de Jesús. Por eso, el pecado de quien ha sido regenerado por el Bautismo no deja de ser en cierto modo una traición semejante a la de Judas. Nos queda, sin embargo, el arrepentimiento que, confiando en la misericordia divina, nos encaminará a recobrar la amistad de Dios perdida.