Miércoles 1 de junio

Memoria de san Justino, Mártir

Antífona de Entrada

Los impíos inventaban falsedades, pero nada hay como tu ley: hablaré de tus órdenes delante de los reyes y no tendré vergüenza de ello.

Oración Colecta

Dios nuestro, tú que enseñaste a san Justino que la sabiduría verdadera consiste en conocer a Jesucristo crucificado, concédenos por la intercesión de tu santo mártir, que nada llegue a separarnos de ti ni del amor a la cruz de Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

Primera Lectura

Ahora los dejo en manos de Dios, que puede hacerlos crecer y alcanzar la herencia prometida
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 20,28-38

En aquellos días, Pablo dijo a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso: «Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo, para apacentar a la Iglesia que Dios adquirió con la sangre de su Hijo.
Yo sé que después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos rapaces, que no tendrán piedad del rebaño y sé que, de entre ustedes mismos, surgirán hombres que predicarán doctrinas perversas y arrastrarán a los fieles detrás de sí. Por eso estén alerta. Acuérdense que durante tres años, ni de día ni de noche he dejado de aconsejar, con lágrimas en los ojos, a cada uno de ustedes.
Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos los consagrados a Dios crezcan en el espíritu y alcancen la herencia prometida. Yo no he codiciado ni el oro ni la plata ni la ropa de nadie. Bien saben que cuanto he necesitado para mí y para mis compañeros, lo he ganado con mis manos. Siempre he mostrado que hay que trabajar así, para ayudar como se debe a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en dar que en recibir’».
Dicho esto, se arrodilló para orar con todos ellos. Todos se pusieron a llorar y abrazaban y besaban a Pablo, afligidos, sobre todo porque les había dicho que no lo volverían a ver. Y todos lo acompañaron hasta el barco.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 67
Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.

Señor, despliega tu poder, reafirma lo que has hecho por nosotros, desde Jerusalén, desde tu templo, a donde vienen los reyes con sus dones.
Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.

Cántenle al Señor, reyes de la tierra, denle gloria al Señor que recorre los cielos seculares, y que dice con voz como de trueno: «Glorifiquen a Dios».
Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.

Sobre Israel su majestad se extiende y su poder, sobre las nubes. Bendito sea nuestro Dios.
Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad: santifícanos en la verdad.
Aleluya.

Evangelio

Padre, que ellos sean uno, como nosotros
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17,11-19

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; yo velaba por ellos y ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Padre santo, las ofrendas que te presentamos en honor de tus santos mártires y concédenos permanecer formes en la confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os preparo un Reino, dice el Señor, para que en él comáis y bebáis en mi mesa.

Oración después de la Comunión

Señor y Dios nuestro, que admirablemente ilustraste el misterio de la cruz con el ejemplo de tus santos mártires, concédenos la gracia, ya que hemos sido alimentados con el Cuerpo de Cristo, de seguirlo con fidelidad en la Iglesia para la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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