Reflexión sobre el Evangelio
La Ley de Mosiés prohibía taxativamente el perjurio o violación del juramento (Ex 20,7; Nm 30,3; Dt 23,22). En tiempos de Cristo, la práctica del juramento había caído en un abuso hasta ridículo por su frecuencia y por la casuística en torno a él. Según numerosos documentos rabínicos de la época, se juraba por los motivos más intrascendentes. Junto al abuso del juramento, había surgido otro, no menos ridículo, para legitimar su incumplimiento. Todo ello constituía una falta de respeto al nombre de Dios. No obstante, por la misma Sagrada Escritura sabemos que el juramento es lícito y bueno en algunas ocasiones: «si juras por la vida de Yahwéh con verdad, con derecho y con justicia, serán en ti bendecidos los pueblos y en ti se gloriarán» (Jr 4,2).