Reflexión sobre el Evangelio
«Padre nuestro, que estás en el cielo»: Es gran consuelo poder llamar «Padre nuestro» a Dios. Si Jesús, el Hijo de Dios, enseña a los hombres que invoquen a Dios como Padre es porque en ellos se da esta realidad consoladora, la de ser y sentirse hijos de Dios. «El Señor (…) no es un Dominador tiránico, ni un Juez rígido e implacable: es nuestro Padre. Nos habla de nuestros pecados, de nuestros errores, de nuestra falta de generosidad: pero es para librarnos de ellos, para prometernos su Amistad y su Amor (…). Un hijo de Dios trata al Señor como Padre. Su trato no es un obsequio servil, ni una reverencia formal, de mera cortesía, sino que está lleno de sinceridad y de confianza» (S. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 64).