Reflexión sobre el Evangelio
Jesucristo corrige el deseo de venganza de sus discípulos, opuesto a la misión del Mesías que no ha venido a perder a los hombres sino a salvarlos (cfr Lc 19,10; Jn 12,47). De este modo los Apóstoles van aprendiendo que el celo por las cosas de Dios no debe ser áspero y violento. «El Señor hace admirablemente todas las cosas (…). Actúa así con el fin de enseñarnos que la virtud perfecta no guarda ningún deseo de venganza, y que donde está presente la verdadera caridad no tiene lugar la ira y, en fin, que la debilidad no debe ser tratada con dureza, sino que debe ser ayudada. La indignación debe estar lejos de las almas santas y el deseo de venganza lejos de las almas grandes» (San Ambrosio, Expositio Evangelii secundum Lucam, in loc.).