Martes 28 de junio

Reflexión sobre el Evangelio

Muy pronto los cristianos se vieron asediados por las persecuciones de los judíos de aquel tiempo, e incomprendidos por la opinión pública de la sociedad pagana que, de modo paulatino, iniciaba sus futuras persecuciones. El hecho de que Jesús permaneciera dormido en medio de las tempestades ha sido aplicado a ese silencio en que Dios, a veces, parece permanecer ante las dificultades de la Iglesia. Los cristianos, siguiendo el ejemplo de los Apóstoles que iban en la barca, debemos recurrir a Jesucristo con las mismas palabras: «¡Señor, sálvanos que perecemos!». Y cuando la situación parece insostenible, entonces Jesús muestra su poder: «Levantándose, increpó a los vientos y al mar, y se produjo una gran bonanza», no sin antes habernos hecho el reproche de haber sido hombres de poca fe. Y es que la historia evangélica tiene muchas veces un valor ejemplar, de aplicación a la vida, y de preanuncio de la futura historia de la Iglesia y de cada alma cristiana.

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