Reflexión sobre el Evangelio
«A quien me reconozca delante de los hombres…»: Con estas palabras Jesús nos está enseñando que la confesión pública de la fe en Él –con todas sus consecuencias– es condición indispensable para la salvación eterna. Cristo recibirá en el Cielo, tras el Juicio, a los que dieron testimonio de su fe, y condenará a los que cobardemente se avergonzaron de Él. Bajo el nombre de «confesores» la Iglesia honra a los santos que, sin haber sufrido el martirio de sangre, con su vida dieron testimonio de la fe católica. Si bien todo cristiano debe estar dispuesto al martirio, la vocación cristiana ordinaria es la de ser confesores de la fe.