Reflexión sobre el Evangelio
Marta ha venido a ser como el símbolo de la vida activa, mientras que María lo es de la vida contemplativa. Sin embargo, para la mayoría de los cristianos, llamados a santificarse en medio del mundo, no se pueden considerar como dos modos contrapuestos de vivir el cristianismo: una vida activa que se olvide de la unión con Dios es algo inútil y estéril; pero una supuesta vida de oración que prescinda de la preocupación apostólica y de la santificación de las realidades ordinarias tampoco puede agradar a Dios. La clave está, pues, en saber unir esas dos vidas, sin perjuicio ni de una ni de otra. Esta unión profunda entre acción y contemplación puede vivirse de muy diversos modos, según la vocación concreta que cada uno recibe de Dios.