Domingo 24 de julio

Reflexión sobre el Evangelio

«¿Habrá entre ustedes algún padre que cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?»: La paternidad humana que el hombre tiene ante la vista sirve al Señor como punto de comparación para volver a enseñarnos la realidad gozosa de que Dios es nuestro Padre, porque la verdad es que la paternidad de Dios es la fuente de toda paternidad en los Cielos y en la tierra (cfr Ef 3,15). «El Dios de nuestra fe no es un ser lejano, que contempla indiferente la suerte de los hombres: sus afanes, sus luchas, sus angustias. Es un Padre que ama a sus hijos hasta el extremo de enviar al Verbo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, para que, encarnándose, muera por nosotros y nos redima. El mismo Padre amoroso que ahora nos atrae suavemente hacia Él, mediante la acción del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones» (S. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 84).

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