Jueves 4 de agosto

Reflexión sobre el Evangelio

Jesús se conmueve al ver al pueblo; en la situación de su tiempo ve cumplida la profecía de Ez 34, en la que Dios, por medio del profeta, increpa a los malos pastores de Israel, en sustitución de los cuales enviará al Mesías. Las palabras del evangelista dejan entrever la profundidad de los sentimientos del corazón de Jesús: «Este Corazón divino es abismo que atesora todo bien; y se precisa que en él vacíen los pobres todas sus necesidades. Es abismo de gozo en que sumergir todos nuestros pesares; es abismo de humildad, remedio de nuestro engreimiento. Es abismo de misericordia para los desgraciados y abismo de amor en que sumergir nuestra pobreza» (S. Margarita María de Alacoque, Epist. en Lit. Horas, Of. lect. 16-X).

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