Conmemoración de todos los fieles difuntos
Antífona de Entrada
Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios llevará con él a los que mueren en Jesús. Y así como todos han muerto en Adán, así también todos revivirán en Cristo.
Oración Colecta
Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que, al proclamar nuestra fe en la resurrección de tu Hijo, se avive también nuestra esperanza en la resurrección de nuestros hermanos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Yo sé bien que mi defensor está vivo
Lectura del libro de Job 19,1-23-27
En aquellos días, Job tomó la palabra y dijo: «Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre.
Yo sé bien que mi defensor está vivo y que al final se levantará a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios; yo mismo lo veré y no otro, mis propios ojos lo contemplarán. Esta es la firme esperanza que tengo».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 24
A ti, Señor, levanto mi alma.
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Señor, acuérdate de mí con ese mismo amor y esa ternura.
A ti, Señor, levanto mi alma.
Alivia mi angustiado corazón y haz que lleguen mis penas a su fin. Contempla mi miseria y mis trabajos y perdóname todas mis ofensas.
A ti, Señor, levanto mi alma.
Protégeme, Señor, mi vida salva, que jamás quede yo decepcionado de haberte entregado mi confianza; la rectitud e inocencia me defiendan, pues en ti tengo puesta mi esperanza.
A ti, Señor, levanto mi alma.
Segunda Lectura
Él transformará nuestro cuerpo miserable en cuerpo glorioso, semejante al suyo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3,20-21
Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
Aleluya.
Evangelio
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 15,33-39; 16,1-6
Al llegar el medio día, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: «Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Miren, está llamando a Elías». Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: «Vamos a ver si viene Elías a bajarlo». Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: «¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?» Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: «No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te ofrecemos en este sacramento de amor que nos une a Cristo, tu Hijo, y recibe a nuestros hermanos difuntos en la gloria de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Antífona de la Comunión
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá y el que vive y cree en mí, no morirá para siempre.
Oración después de la Comunión
Por este memorial de la muerte y resurrección de Cristo que hemos celebrado, concede, Señor, a nuestros hermanos difuntos, gozar de la paz eterna de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.