Reflexión sobre el Evangelio
Jesús no aprueba ese trato abusivo y arbitrario del amo, sino que se sirve de una realidad muy cotidiana para las gentes que le escuchaban, e ilustra así cuál debe ser la disposición de la criatura ante su Creador: desde nuestra propia existencia hasta la bienaventuranza eterna que se nos promete, todo procede de Dios como un inmenso regalo. De ahí que el hombre siempre esté en deuda con el Señor, y por más que haga en su servicio no pasan sus acciones de ser una pobre correspondencia a los dones divinos. El orgullo ante Dios no tiene sentido en una criatura. Lo que aquí nos inculca Jesús lo vemos hecho realidad en la Virgen María, que respondió ante el anuncio divino: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1,38).