Reflexión sobre el Evangelio
Mientras caminamos en esta vida, todos pecamos, pero también todos podemos arrepentirnos. Dios nos espera siempre con los brazos abiertos al perdón. Por eso nadie debe desesperar, sino fomentar una firme esperanza en el auxilio divino. Pero ninguno puede presumir de su propia salvación porque no tenemos certeza absoluta de nuestra perseverancia final. Esta relativa incertidumbre es un acicate que Dios nos pone para que estemos siempre vigilantes y podamos así progresar en la tarea de nuestra santificación cristiana.