Reflexión sobre el Evangelio
«La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos»: A la contemplación de la multitud abandonada por sus pastores, siguen las palabras de Jesús que nos presentan, bajo la imagen de la mies, a esa misma muchedumbre preparada para que se realice en ella la obra de la Redención: «Levantad vuestros ojos y mirad los campos que están dorados para la siega» (Jn 4,35). El campo roturado por los Profetas, últimamente por san Juan Bautista, está ya cubierto de espigas maduras. Del mismo modo que en las labores del campo si no se siega en el momento oportuno la cosecha se pierde, así en la Iglesia se siente a lo largo de los siglos la urgencia de recoger la mies, que es mucha y está preparada. La dificultad es que ahora, como en tiempos de Jesús, los obreros son pocos en proporción a la tarea. La solución la da el mismo Señor: orar, rogar a Dios, dueño de la mies, para que envíe los obreros necesarios. Difícil será que un cristiano, que se ponga a rezar de verdad, no se sienta urgido a participar personalmente en esta labor apostólica. Al cumplir este mandato de Jesucristo, ha de pedirse de modo especial que no falten los buenos pastores, que den a los demás obreros de la mies los medios de santificación necesarios para la tarea apostólica.