Reflexión sobre el Evangelio
«Cuando ustedes ayunen»: Partiendo de la práctica tradicional del ayuno, el Señor nos inculca el espíritu con que hemos de vivir la necesaria mortificación de los sentidos: hemos de hacerla sin ostentación, evitando el aplauso de los hombres, discretamente; así no podrán aplicarse contra nosotros esas palabras de Jesús: «ya recibieron su recompensa», pues sería un triste negocio. «El mundo admira solamente el sacrificio con espectáculo, porque ignora el valor del sacrificio escondido y silencioso» (S. Josemaría Escrivá, Camino, n. 185).