Viernes 10 de marzo

2ª Semana de Cuaresma

Antífona de Entrada

En ti, Señor, he puesto mi confianza, que no quede yo defraudado eternamente; sácame de la trampa que me han puesto, pues tú eres mi protector.

Oración Colecta

Por medio de nuestras privaciones cuaresmales purifícanos, Señor todopoderoso, a fin de que podamos llegar con un espíritu nuevo a las próximas fiestas de la Pascua.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Ahí viene ese soñador; démosle muerte
Lectura del libro del Génesis 37, 3-4.12-13a.17b-28

Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo al grado de negarle la palabra. Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquén los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: «Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquén. Te voy a enviar allá». José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos y, antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo, y se decían unos a otros: «Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños». Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos diciendo: «No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos». Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre. Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: «¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos; después de todo es nuestro hermano y de nuestra misma sangre». Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 104
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con todas las cosechas, ya había enviado por delante a un hombre: a José, vendido como esclavo.
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

Le trabaron los pies con grilletes y rodearon su cuerpo con cadenas, hasta que se cumplió su predicción y Dios lo acreditó con su palabra.
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones.
Recordemos las maravillas que hizo el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Este es el heredero, vamos a matarlo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?» Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: ‘La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable’? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos». Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que tu misericordia, Señor, nos prepare a celebrar esta Eucaristía y a vivirla con la fe y con las obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Dios nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.

Oración después de la Comunión

Que este sacramento que hemos recibido, prenda de la salvación eterna, nos dé fuerzas, Señor, para vivir según tus mandamientos y alcanzar la recompensa prometida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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