2ª Semana de Cuaresma
Antífona de Entrada
El Señor es compasivo y misericordioso, lleno de paciencia y amor; el Señor es bueno con todos y su bondad se extiende a todas sus criaturas.
Oración Colecta
Tú, Señor, que por medio de los sacramentos nos haces partícipes ya desde este mundo, de los bienes celestiales, dirige nuestra vida y condúcenos a la luz donde habitas.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Arrojará a lo hondo del mar nuestros delitos
Lectura del libro del profeta Miqueas 7, 14-15.18-20
Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu bastón, a las ovejas de tu heredad, a las que permanecen aisladas en la maleza en medio de campos feroces. Pastarán en Basán y en Galaad como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios.
¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía del resto de tu heredad? No mantendrás por siempre la cólera, pues te complaces en ser misericordioso.
Volverás a compadecerte y aplastarás nuestras iniquidades, arrojarás a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, compasivo con Abraham, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos, Señor, Dios nuestro.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 102
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor no estará siempre enojado, ni durará para siempre su rencor. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti».
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Este recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos: El menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y el padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre, y el muchacho empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de comerse el alimento que comían los cerdos, pero no dejaban que se lo comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; recíbeme como a uno de tus trabajadores’. Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos cuando su padre lo vio, y se enterneció profundamente. Corrió hacia él y, echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Este le contestó: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberle recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara, pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que malgastó tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’. El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Por medio de este sacrificio que vamos a ofrecerte, comunícanos, Señor, los frutos de la redención para que nunca se desvíe de ti nuestra vida y podamos alcanzar los bienes del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Antífona de la Comunión
Alégrate, hijo mío, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.
Oración después de la Comunión
Que la gracia de este sacramento llegue a lo más íntimo de nuestro corazón y nos comunique su fuerza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.