Reflexión sobre el Evangelio
Jesús echa en cara a sus oyentes tres impedimentos que tienen para reconocerle como el Mesías e Hijo de Dios: la falta de amor a Dios, la búsqueda de gloria humana y la interpretación interesada de los textos sagrados. La defensa que ha hecho Jesús de su propia actuación y de las relaciones con el Padre podría hacer pensar a sus adversarios que pretendía gloria humana. Pero los testimonios aducidos por Jesús (el Bautista, los milagros, el Padre y las Escrituras) ponen en evidencia que no es Él quien busca su gloria, y que los judíos le persiguen no por amor a Dios ni por defensa del honor divino, sino por motivos que no son rectos, o por una visión meramente humana.