Lunes 17 de abril

Reflexión sobre el evangelio

Las palabras del Señor constituyen un horizonte sin límites para el adelantamiento de cualquier alma cristiana, que se deja dócilmente conducir por la gracia divina y los dones del Espíritu Santo, infundidos en el Bautismo y corroborados por los Sacramento; junto con la apertura del alma a Dios, el cristiano debe asimismo apartar las apetencias egoístas y las inclinaciones de la soberbia, para poder ir entendiendo lo que Dios le enseña en su interior. «Por eso se ha de desnudar el alma (…) de su entender, gustar y sentir, para que echado todo lo que es disímil y disconforme a Dios, venga a recibir semejanza de Dios (…); y así se transforma en Dios» (San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, lib. 2, cap. 5).

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