Reflexión sobre el evangelio
«Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre»: El ir a Cristo hasta encontrarlo es un don gratuito que ningún hombre con sus solas fuerzas puede conseguir, aunque todos deben estar bien dispuestos para recibirlo. El Magisterio de la Iglesia ha vuelto a recordar esta doctrina en el Concilio Vaticano II: «Para dar la respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios que prepare y ayude junto con los auxilios interiores del Espíritu Santo, que mueva el corazón, lo convierta a Dios, abra los ojos del alma y dé a todos la suavidad para aceptar y creer la verdad» (Const. Dogm. Dei Verbum, n. 5).