Reflexión sobre el Evangelio
«No los dejaré desamparados»: En varios momentos de la Cena se trasluce la tristeza de los Apóstoles ante las palabras de despedida del Señor. Jesús les habla con ternura, llamándoles hijitos y amigos, y les promete que no quedarán solos, pues les enviará el Espíritu Santo, y Él mismo volverá a estar con ellos. En efecto, le verán de nuevo después de la Resurrección, cuando se les aparezca durante cuarenta días hablando con ellos del Reino de Dios. Al subir a los Cielos dejaron de verle; no obstante Jesús sigue en medio de sus discípulos, según había prometido, y le veremos cara a cara en el Cielo. «Entonces podremos ver lo que ahora creemos. También ahora está Él entre nosotros, y nosotros en Él; pero ahora lo creemos, entonces lo conoceremos, y aunque ahora le conozcamos por la fe, entonces le conoceremos por la contemplación. Mientras vivimos en este cuerpo corruptible que le pesa el alma, como sucede ahora, estamos peregrinando hacia el Señor: caminamos en la fe y no en la visión. Pero entonces le veremos directamente, tal cual es» (San Agustín, In Ioannis Evangelium Tractatus, 75,4).