Sábado 27 de mayo

Reflexión sobre el Evangelio

Lo que san Juan nos ha narrado bajo la inspiración del Espíritu Santo tiene una finalidad: fortalecer nuestra fe en Jesucristo mediante la consideración de lo que Él hizo y enseño. Nunca agotaremos el rico e insondable contenido de la figura de Nuestro Señor, como tampoco lo agota el cuarto Evangelio. «Cuando comienza uno a interesarse por Jesucristo ya no le puede dejar. Siempre queda algo que saber, algo que decir; queda lo más importante. San Juan Evangelista termina su Evangelio precisamente así. Es tan grande la riqueza de las cosas que se refieren a Cristo, tanta la profundidad que hemos de explorar y tratar de comprender (…), tanta la luz, la fuerza, la alegría, el anhelo que de Él brotan, tan reales son la experiencia y la vida que de Él nos viene, que parece inconveniente, anticientífico, irreverente, dar por terminada la reflexión que su venida al mundo, su presencia en la historia y en la cultura, la hipótesis, por no decir la realidad de su relación vital con nuestra propia conciencia, honestamente exige de nosotros» (Audiencia general Pablo VI, 20-II-1974).

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