Memoria de san Alfonso María de Ligorio
Antífona de Entrada
Buscaré a mis ovejas, dice el Señor, y les daré un pastor que las apaciente, y yo, el Señor, seré su Dios.
Oración Colecta
Dios nuestro, que haces surgir constantemente en tu Iglesia ejemplos admirables de santidad, concédenos imitar la amorosa preocupación de san Alfonso por la salvación de todos los hombres y alcanzar, con su ayuda, la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes para predicarles todas estas cosas
Lectura del libro del profeta Jeremías 26, 11-16.24
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y al pueblo: «Ese hombre, Jeremías, merece la muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes mismos lo han oído».
Pero Jeremías les dijo a los jefes y al pueblo: «El Señor me ha enviado a profetizar todo lo que han oído contra este templo y esta ciudad. Pues bien, corrijan su conducta y sus obras, escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se retractará de la amenaza que ha pronunciado contra ustedes. Por mi parte, yo estoy en manos de ustedes: hagan de mí lo que les parezca justo y conveniente. Pero sépanlo bien: si me matan, ustedes, la ciudad y sus habitantes serán responsables de la muerte de un inocente, porque es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes para anunciarles todas estas cosas».
Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no merece sentencia de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios». Entonces Ajicam, hijo de Safán, defendió a Jeremías, para que no fuera entregado en manos del pueblo y lo mataran.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 68
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
Sácame de este cieno, no vaya a ser que me hunda; ponme a salvo, Señor, de los que me odian y de estas aguas tan profundas.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
No dejes que me arrastre la corriente y que me trague el remolino; no dejes que se cierre sobre mí la boca del abismo.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Herodes mandó degollar a Juan. Los discípulos de Juan fueron a avisarle a Jesús
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre. Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Inflama y santifica, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu Espíritu, para que podamos celebrar esta Eucaristía con el mismo amor y entrega con que celebraba san Alfonso.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Antífona de la Comunión
No son ustedes los que me han elegido, dice el Señor, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
Oración después de la Comunión
Dios nuestro, que en san Alfonso María de Ligorio concediste a tu Iglesia un fervoroso apóstol de la Eucaristía, concédenos participar asiduamente de este sacramento y darte gracias por él eternamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.