Domingo 23 de enero

3ª Semana del Tiempo Ordinario

Antífona de Entrada

Canten al Señor un cántico nuevo, hombres de toda la tierra, canten al Señor. Hay brillo y esplendor en su presencia, y en su templo, belleza y majestad.

Oración Colecta

Dios todopoderoso y eterno, dirige nuestros pasos de manera que podamos agradarte en todo y así merezcamos, en nombre de tu Hijo amado, abundar en toda clase de obras buenas.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

El pueblo comprendía la lectura del libro de la Ley
Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

En aquellos días Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la Ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día primero del mes séptimo. Y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía, en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la Ley. Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios; y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén!»; e, inclinándose, se postraron rostro en tierra.

Los levitas leían el libro de la Ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: «Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios; no estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la Ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen. Pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes: celebrar al Señor es nuestra fuerza.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 18
Tú tienes, Señor, palabra de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta del todo y reconfortada el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
Tú tienes, Señor, palabra de vida eterna.

En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón, son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.
Tú tienes, Señor, palabra de vida eterna.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Tú tienes, Señor, palabra de vida eterna.

Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busquen pues eres mi refugio y salvación.
Tú tienes, Señor, palabra de vida eterna.

Segunda Lectura

Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de Él
Lectura de la 1a. carta del apóstol san Pablo a los corintios 12, 12-30

Hermanos: Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos ellos a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: «No soy mano, yo no formo parte del cuerpo» ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿con qué oiríamos? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿con qué oleríamos? Ahora bien, Dios ha puesto los miembros del cuerpo cada uno en su lugar según lo quiso. Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Cierto que los miembros son muchos, pero el cuerpo es uno solo.

El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito». Ni la cabeza a los pies: «Ustedes no me hacen falta». Por el contrario, los miembros que parecen más débiles son los más necesarios. Y a los más íntimos los tratamos con mayor decoro, porque los demás no lo necesitan. Así formó Dios el cuerpo, dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no haya división en el cuerpo sino que cada miembro se preocupe de los demás.

Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; y cuando recibe honores, todos se alegran con él. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de Él. En la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar a los profetas; en tercer lugar a los maestros; luego, a los que hacen milagros; a los que tienen el don de curar, a los que ayudan, a los que administran, a los que tienen el don de lenguas y el de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don de curar? ¿Tienen todos el don de lenguas y todos las interpretan?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado: para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación de los cautivos.
Aleluya.

Evangelio

Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado. (Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas, todos le alababan y su fama se extendió por toda la región.

Fue también a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito:

El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la Buena Nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado, y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en Él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: «Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, benignamente, nuestros dones, y santifícalos, a fin de que nos sirvan para nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue, no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Oración después de la Comunión

Concédenos, Dios todopoderoso, que al experimentar el efecto vivificante de tu gracia, nos sintamos siempre dichosos por este don tuyo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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