Fiesta de la Transfiguración del Señor
Antífona de Entrada
El día de la transfiguración apareció el Espíritu Santo en una nube luminosa y se oyó la voz del Padre celestial que decía: «Este es mi Hijo unigénito en quien he puesto todo mi amor; Escúchenlo».
Oración Colecta
Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito fortaleciste nuestra fe con el testimonio de Moisés y Elías y nos dejaste entrever la gloria que nos espera como hijos tuyos: concédenos seguir el Evangelio de Cristo para compartir con él la herencia de tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Su vestido era blanco como nieve
Lectura del profeta Daniel 7, 9-10.13-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: vi que colocaban unos tronos y un anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve y sus cabellos, blancos como lana; Su trono, llamas de fuego, con ruedas encendidas; Un río de fuego brotaba delante de Él. Miles de miles le servían, millones y millones estaban a sus órdenes. Comenzó el juicio y se abrieron los libros.
Yo seguí contemplando en mi visión nocturna y vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 96
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor que se asienta en la justicia y el derecho.
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Los montes se derriten como era ante el Señor de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Tú Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en alto que los dioses.
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Segunda Lectura
Nosotros escuchamos esta voz del cielo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro 1, 16-19
Hermanos: Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre él, diciendo: «Este es mi Hijo amado, en quien Yo me complazco».
Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en la montaña santa. Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de ustedes.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Este es mi Hijo muy amado, dice el Señor, en quien tengo puestas todas mis complacencias; escúchenlo.
Aleluya.
Evangelio
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9,28-36
En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con Él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con Él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía.
No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: «Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo». Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.
Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, los dones que te presentamos y, por la Transfiguración de tu Hijo, haz que esta Eucaristía nos purifique de todos nuestros pecados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Antífona de la Comunión
Cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Oración después de la Comunión
Que la comunión que hemos recibido nos asemeje, Señor, cada día más a tu Hijo, cuya gloria quisiste manifestarnos en su Transfiguración.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.