Reflexión sobre el Evangelio
Dos episodios ponen de manifiesto las miras humanas de los Apóstoles. Jesús las contrapone a la sencillez del niño y la apertura del corazón, virtudes que se recuerdan a menudo en los primeros escritos cristianos: «Serás sencillo de corazón y rico de espíritu. (…) No te enaltecerás a ti mismo, sino que serás humilde en todo. No te arrogarás gloria. No concebirás una determinación perversa contra tu prójimo, ni infundirás a tu alma temeridad» (Epist. Barnab. 19,2-3).