26ª Semana del Tiempo Ordinario
Antífona de Entrada
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras. Tú eres mi baluarte y mi refugio, por tu nombre condúceme y guíame.
Oración Colecta
Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!
Lectura del libro de Job 1, 6-22
Un día fueron los ángeles y se presentaron ante el Señor; entre ellos llegó también Satanás.
El Señor le preguntó: «¿De dónde vienes?» Él respondió: «De dar vueltas por la tierra». El Señor le dijo: «¿Te fijaste en mi siervo Job? No hay otro como él en la tierra: es un hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se aparta del mal». Satanás le respondió: «¿Y crees que su temor a Dios es desinteresado? ¿Acaso no has construido una cerca protectora alrededor de él, de su familia y de todos sus bienes? Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se multiplican por el país. Pero hazle sentir un poco el peso de tu mano, daña sus posesiones, y verás cómo te maldice en tu propia cara». El Señor le dijo: «Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques». Y Satanás se retiró de la presencia del Señor. Un día que los hijos y las hijas de Job estaban comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, llegó un mensajero y dio esta noticia a Job: «Tus bueyes estaban arando y tus burros pastando en el mismo lugar, cuando cayeron sobre ellos unos bandidos, apuñalaron a los mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo». No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Cayó un rayo del cielo que quemó y consumió tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo». No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Una banda de caldeos, divididos en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo». No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo». Entonces Job se levantó y rasgó sus vestiduras, se rapó la cabeza, se postró por tierra en oración y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!» A pesar de todo lo sucedido, Job no pecó ni protestó contra Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 16
Señor, escucha nuestra súplica.
Señor, hazme justicia, y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten.
Señor, escucha nuestra súplica.
Júzgame tú, Señor, pues tus ojos miran al que es honrado. Examina mi corazón, revísalo de noche, pruébame a fuego y no hallarás malicia en mí.
Señor, escucha nuestra súplica.
A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras; muéstrame los prodigios de tu misericordia, pues a quien acude a ti, de sus contrarios salvas.
Señor, escucha nuestra súplica.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir, y a dar su vida por la salvación de todos.
Aleluya.
Evangelio
El más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50
Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande». Entonces, Juan le dijo: «Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros». Pero Jesús respondió: «No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que esta ofrenda, Señor, nos purifique y nos renueve, y se convierta en causa de recompensa eterna para quienes cumplimos tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Antífona de la Comunión
El Señor colmó el deseo de su pueblo; no lo defraudó. Comieron y quedaron satisfechos.
Oración después de la Comunión
Saciados, Señor, por este manjar celestial, te rogamos que nos hagas anhelar siempre este mismo sustento por el cual verdaderamente vivimos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.