Reflexión sobre el Evangelio
Hay que vivir de tal modo que, venga la muerte cuando venga, siempre nos encuentre preparados. Para quienes viven así, la muerte repentina nunca es una sorpresa. A éstos les dice San Pablo: «Vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, de modo que ese día os sorprenda como un ladrón» (1 Ts 5,4). Vivamos, pues, en cintura vigilancia. Consiste la vigilancia en la lucha constante por no apegarnos a las cosas de este mundo (la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida; cfr 1 Jn 2,16), y en la práctica asidua de la oración que nos hace estar unidos a Dios.