Reflexión sobre el Evangelio
Condena el Señor la maledicencia: puede haber quienes para justificar su actuación ven pecado donde sólo hay virtud. «Cuando descubren claramente el bien –escribe san Gregorio Magno–, escudriñan para examinar si hay además algún mal oculto» (Moralia, 6,22). El ayuno del Bautista lo interpretan como obra del demonio; a Jesús, en cambio, le llaman glotón. El Evangelista no tiene reparo en referir las acusaciones y calumnias que se dijeron contra el Señor. De otro modo no hubiéramos ni siquiera imaginado la malicia de los hombres que se ensañaron con Aquel que pasó por el mundo haciendo el bien. En otras ocasiones el mismo Jesús advirtió a sus discípulos que serían tratados lo mismo que Él.
Las obras de Jesús y de Juan Bautista testimonian que uno y otro, respectivamente, llevan a cabo lo que la sabiduría divina había determinado para la salvación de los hombres: el hecho de que algunos no lo reconozcan no va a impedir que se cumplan los planes de Dios.