Lunes 6 de febrero

Memoria de los santos Pablo Miki y compañeros mártires

Antífona de Entrada

Ahora gozan en el cielo las almas de los santos, que siguieron en la tierra las huellas de Cristo; y, porque lo amaron hasta derramar su sangre por él, con Cristo se gozan eternamente.

Oración Colecta

Señor Dios, que quisiste llamar a la vida eterna por medio de la cruz a Pablo Miki y a sus compañeros, y les diste fortaleza para morir por ti; concédenos, por su intercesión, que sepamos vivir con honradez y sin miedo la fe que profesamos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Dios dijo y así fue
Lectura del libro del Génesis 1, 1-19

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre las superficies de las aguas.

Dijo Dios: «Que exista la luz», y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz «día» y a las tinieblas, «noche». Fue la tarde y la mañana del primer día.

Dijo Dios: «Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras». E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda «cielo». Fue la tarde y la mañana del segundo día. Dijo Dios: «Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco». Y así fue. Llamó Dios «tierra» al suelo seco y «mar» a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: «Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra». Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo Dios: «Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra». Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 103
Bendice al Señor, alma mía.

Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
Bendice al Señor, alma mía.

Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas en las montañas concentraste.
Bendice al Señor, alma mía.

En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas.
Bendice al Señor, alma mía.

¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas.
Bendice al Señor, alma mía.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesús proclamaba el Evangelio del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad.
Aleluya.

Evangelio

Cuantos lo tocaban quedaban curados
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret. Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos.

A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Padre santo, las ofrendas que te presentamos en la conmemoración de estos santos mártires y a nosotros tus siervos concédenos permanecer siempre firmes en la confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, dice el Señor, y yo les voy a dar el Reino, para que en él coman y beban a mi mesa.

Oración después de la Comunión

Señor Dios, que en tus santos mártires manifestaste de modo admirable el misterio de la cruz, concede, benigno, que, fortalecidos por este sacrificio, permanezcamos fielmente adheridos a Cristo y trabajemos en la Iglesia por la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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