Reflexión sobre el Evangelio
«José, su esposo, que era hombre justo»: José consideraba santa a su esposa no obstante los signos de su maternidad. Por tanto se encontraba ante una situación inexplicable para él. Tratando precisamente de actuar con arreglo a la voluntad de Dios se sentía obligado a repudiarla, pero, con el fin de evitar la infamia pública de María, decide dejarla privadamente. Es admirable el silencio de María. Su entrega perfecta a Dios le lleva incluso a no defender su honra y su inocencia. Prefiere que recaiga en Ella la sospecha y la infamia, que manifestar el profundo misterio de la Gracia. Ante un hecho inexplicable por razones humanas, se abandona confiadamente en el amor y providencia de Dios. Hemos de contemplar la magnitud de la prueba a la que Dios sometió a estas dos almas santas de José y María. No nos puede extrañar que también nosotros seamos sometidos a veces, a lo largo de la vida, a pruebas duras; en ellas hemos de confiar en Dios y permanecerle fieles, a ejemplo de José y María.