Miércoles 3 de mayo

Reflexión sobre el Evangelio

«Para que todo el que crea en él no perezca»: Jesucristo exige como primer requisito para participar de su amor la fe en Él. Con ella pasamos de las tinieblas a la luz y entramos en camino de salvación. «Las palabras de Cristo son a un tiempo palabras de juicio y de gracia, de muerte y de vida. Porque solamente dando muerte a lo que es viejo podemos alcanzar la nueva vida; esto vale primeramente para las personas, pero también tiene vigencia para los diferentes bienes de este mundo, que están marcados al mismo tiempo con el pecado del hombre y la bendición de Dios (…). Nadie de por sí y por sus propias fuerzas se libra completamente de su debilidad, o de su soledad, o de su esclavitud, todos tienen necesidad de Cristo modelo, maestro, libertador, salvador, vivificador. Verdaderamente, el Evangelio ha sido en la historia humana, incluso la temporal, fermento de libertad y de progreso, y continúa ofreciéndose sin cesar como fermento de fraternidad, de unidad y de paz» (Conc. Vat. II, Decr. Ad gentes, n. 8).

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