Sábado 15 de Febrero

Memoria libre de Santa María en sábado

Antífona de Entrada

María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.

Oración Colecta

Por intercesión de la santísima Virgen María, llena de gracia, cuya gloriosa memoria estamos celebrando, haz, Señor, que también nosotros podamos participar de los dones de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura

Jeroboán mandó hacer dos becerros de oro
Lectura del primer libro de los Reyes 12, 26-32; 13, 33-34

En aquellos días Jeroboán, rey de Israel, pensaba para sus adentros: «El reino todavía puede volver a la casa de David. Si el pueblo sigue yendo a Jerusalén a ofrecer sacrificios en el templo del Señor, acabará por ponerse de parte de Roboán, rey de Judá, y a mí me matarán». Por tanto, después de consultarlo, Jeroboán mandó hacer dos becerros de oro y le dijo al pueblo: «Ya no tienen para qué ir a Jerusalén, porque aquí tienes, Israel, a tu Dios, el que te sacó de Egipto».

Colocó uno de los becerros en Betel, mientras el pueblo iba con el otro a la ciudad de Dan. Además, mandó construir templos en la cima de los montes y puso de sacerdotes a hombres del pueblo, que no pertenecían a la tribu de Leví. Instituyó una fiesta el día quince del octavo mes, parecida a la que se celebraba en Judá, y él mismo subió al altar en Betel para ofrecer sacrificios a los becerros que había mandado hacer; y allí, en Betel, designó a los sacerdotes para los templos que había construido.

Jeroboán no cambió su mala conducta y siguió nombrando a gente común y corriente para que fueran sacerdotes de los templos que había construido en la cima de los montes; consagraba como sacerdote a todo aquél que lo deseaba. Este fue el pecado que causó la destrucción y el exterminio de la dinastía de Jeroboán.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 105
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Hemos pecado igual que nuestros padres; cometimos maldades e injusticias. Allá en Egipto, nuestros padres no entendieron, Señor, tus maravillas.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro y lo adoraron. Cambiaron al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto, en la tierra de Cam mil maravillas, y en las aguas del mar Rojo sus prodigios.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Aleluya.

Evangelio

La gente comió hasta quedar satisfecha
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima esta gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido de lejos».

Sus discípulos le replicaron: «¿Y dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tienen?» Ellos le contestaron: «Siete».

Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente.     

Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos y llegó a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Antífona de la Comunión

Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava.

Oración después de la Comunión

Señor, al recibir el sacramento celestial en esta conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos que nos concedas celebrar dignamente, a imitación suya, el misterio de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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