Sábado 20 de agosto

Reflexión sobre el Evangelio

El espíritu de orgullo y de ambición es incompatible con la condición de discípulo de Cristo. Con estas palabras el Señor insiste en la exigencia de la verdadera humildad, como condición imprescindible para seguirle. Los verbos en voz pasiva «será humillado» y «será ensalzado» tienen como sujeto agente a Dios: El mismo humillará a los soberbios y ensalzará a los humildes. En este sentido la Epístola de Santiago enseña que «Dios resiste a los soberbios, y a los humildes da la gracia» (Iac 4,6). Y en el canto del Magnificat, la Virgen Santísima exclama que el Señor «derribó a los poderosos de su trono y ensalzó a los humildes» (Lc 1,52).

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